Crítica de cine
Denzel Washington: la estrella que le dijo no a Obama
El de «Asalto al tren Pelham 123» es un cartel hecho por la cara. Por dos caras. Las de Denzel Washington y John Travolta. Ambas ocupan todo la extensión del papel satinado con gesto de ira, preocupación o mosqueo, según se mire, y lo tienen merecido porque se trata de dos estrellones. Y más todavía el sólido y carismático actor negro, una bendición para los ojos y para la taquilla. Ayer visitó Madrid, todo calidez y educación y dientes perfectos, blancos, igualitos, para presentar su nuevo filme, que dirige Tony Scott. El hermano de Ridley ya había trabajado con Washington en «Dejà vu», «El fuego de la venganza» y «Marea roja». Parece que traspasó lo de actor fetiche para transformarse en una obsesión, en una obsesión de las buenas. Ganador de dos Oscar (mejor secundario por «Tiempos de gloria», 1989, y principal gracias al policía corrupto que encarnó en «Training day», 2001), Washington debutó hace ya dos décadas largas1 con la desconocida «Llámame Mr. Charly» (1981), tiene 55 años aunque aparente casi diez menos y sabe que Hollywood ha cambiado desde aquel lejano tiempo. Demasiado: «Cuando las grandes compañías compraron los estudios (como Sony Columbia) aumentó la presión y se comenzó a pensar más en el dinero que en la creación pura. Ellos quieren beneficios para sus accionistas, lógico, pero a veces buscan más de lo que el negocio puede producir... Una vez entras en la Bolsa existe una mayor coacción. Creo que casi todos los estudios preferirían ser independientes». Dicha exigencia afecta al propio Washington, un artista acostumbrado a que el público le responda de manera masiva, «en cuanto al material que llega a tu poder; basta con mirar la cartelera de verano, invadida por los ¿remakes¿ (su película, precisamente, es uno...) y secuelas. Por eso trabajo con Tony, un director que hace películas de acción basadas en personajes. Con todo, entiendo la parte de negocio que posee este mundillo y mi propia responsabilidad en él; cuanto más dinero gane yo, más debe ganar la película». Risas, risas. Frustrado deportista Washington también ha probado suerte como director un par de veces. Los filmes se llamaron «Antwone Fisher, una victoria sobre el pasado» (2001) y «The Great Debaters» (2007), aún inédita en España: «En ocasiones me canso de actuar y me pongo detrás de la cámara. Me resulta excitante aunque da también miedo... Confieso que nunca pensé que me dedicaría al cine, siempre quise ser jugador de fútbol americano. En el deporte formas parte de un equipo, y deseaba pertenecer a uno, no me imaginé que todos terminarían mirándome a mí...». Obamista alegre y confeso, cree no obstante que es pronto para llevar a la gran pantalla la vida del presidente: «Sí, me plantearon que lo encarnase yo(a pesar de ello, aseguran que Obama prefería a Will Smith; para gustos, los colores), pero hay que esperar... Lo apoyé, y mi esposa estuvo incluso más implicada que yo mismo. Tuve el honor de asistir a la toma de investidura, y me invitó a jugar baloncesto en la Casa Blanca. Tengo que ir un día». Reforma de la sanidad Añade que tampoco puede juzgar su mandato: «Sólo lleva 125 días en el cargo. Sí me alegra comprobar que éste es el primer mes en que el paro ha bajado. Y que se está realizando una reforma del sistema sanitario. Las cosas cambian, los políticos están despertando. Obama ha abierto las puertas a la comunicación con todo el mundo, unas puertas que estaban cerrada desde hace años». En cuanto a dónde reside el secreto del éxito, no piensa que se deba a su imponente físico, ni a su notable talento, ni siquiera la conjunción de ambas fortunas tiene mucho que ver, sólo «la gracia de Dios». Y le ofrece un consejo a los actores novatos: «Rezar y estudiar mucho. Mi hija tiene 18 años y quiere convertirse en actriz. En los premios MTV fui uno de los presentadores y le dije que subiese al estrado conmigo. Casi se desmaya, me respondió que no, que la cámara engorda; al final lo hizo. Al día siguiente la llamaron tres representantes y le dije que los rechazara porque antes debe ir a la universidad; al menos, cuatro años». Es su padre y es actor. Denzel Washington sabrá.
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