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El Atlético hace media gracia

El Atlético hace media gracia
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Madrid- El Atlético no es consistente, no es sólido ni demoledor, pero asusta. A Casillas le agobió. En el Bernabéu jugó mejor que contra el Barcelona, al que derrotó el fin de semana anterior, y sólo arañó un punto. Pudo golear –Forlán le adelantó– y empató. Huntelaar tocó un balón, sólo uno, y marcó. Lo hizo en fuera de juego. Ahí falló el árbitro; en la portería madridista los errores en cadena fueron de Agüero, Maxi, Sinama y Forlán, aunque éste se topó con el palo. Hicieron media gracia, evitaron la undécima de Juande y le alejan a seis puntos del Barça. Concebir, desarrollar; acción, reacción. Los entrenadores alinean y conforme al once en exposición imaginan el resultado. Juande no sucumbió a la tentación de reservar toda la artillería para Anfield y jugó sus mejores bazas, pese a la suplencia de Higuaín. La novedad, que no lo es porque ya ha ejercido en esa demarcación, Lass en el lateral derecho, con Ramos en el centro, junto a Cannavaro. Poner a Salgado o a Metzelder era facilitar el trabajo al vecino. La apuesta más arriesgada surgió en el doble pivote: Guti con Gago. Guti en el primer tiempo disimuló su categoría. En las bandas, Robben, individualista hasta provocar protestas en el Bernabéu, y Marcelo, más insomnio para Heitinga, aseado, y López, centrado. Y arriba, Huntelaar, incomparecente en los primeros 45 minutos, y entre líneas, de arriba a abajo, Raúl, perdido. No fueron pesadillas para Pablo y Ujfalusi. Abel sabía lo que iba a encontrarse, y que el Madrid, embalado, no renunciaría a la Liga ahora que el Barça daba muestras de fragilidad. Apostó fuerte al situar junto a Assunçao, aliado madridista, para empezar, al joven Camacho, peleón y efectivo, a quien también Aguirre utilizaba en batallas superiores. Así protegía más a su zaga, habitualmente despistada, como demostró ante el Barcelona, incorregible en la escenificación del fuera de juego, de ahí que apareciera más encima de Leo, y preservaba lo mejor del equipo, el ataque: Maxi, Simao, Forlán y Agüero, la dinamita. Los técnicos jugaron sus cartas en el vestuario. Sobre el césped averiguarían cuál de los dos acertaba. Antes del descanso, la razón estuvo de parte de Abel.La remontada ante el Barça era el mejor aporte psicológico del Atlético; lo peor, sus minutos iniciales, o los finales, según, y al Madrid convenía atarle corto ya en el túnel del vestuario porque sus salidas, desde que lo dirige Juande, son arrolladoras. Pero sacó el primer córner (minuto 4) y también disparó primero, Forlán, contra la defensa. Sin embargo, la ocasión más clara fue madridista. Forlán confundió la dirección y los colores, pasó a Robben y hubo de lucirse Leo Franco, que despejó el disparo del holandés y, tras el rechace, el de Raúl.No jugaba el Atlético expuesto a los riesgos de la defensa adelantada. Con Heitinga, Pablo, Ujfalusi y Antonio López esa práctica es una variante de la ruleta rusa. Y si delante opera Robben, aún peor. Mas Robben, desde que Juande le dejó en evidencia, anda el hombre despistado. Si tiene el balón, inquieta; si no levanta la mirada, incomoda. Le silbó el Bernabéu por no pasar a Marcelo, que estaba solo, y desperdiciaba una gran ocasión; luego Franco, acertadísimo, le hizo un paradón, era la de cal; mas no convencía.La buena disposición de Lass en la banda derecha, seguro atrás y perfecto en las jugadas de ataque, animaba a sus compañeros a subir y el Atlético lo padecía; hasta que el «Kun» inició una contra, apoyado por Simao, que culminó Forlán, solo ante Casillas, con éxito. Ganaba el Atlético en el Bernabéu. Era noticia.En el segundo tiempo, el espectacular, el Atlético siguió encontrando oportunidades arriba, siempre al contragolpe, pero o se escurría Maxi o no concretaba. Lo vio Juande e introdujo cambios. Quitó a Guti y a Heinze, entraron Salgado e Higuaín y Huntelaar, en fuera de juego, empató.El Madrid no se conformaba y su ambición prodigaba los contragolpes rojiblancos. Y el Atlético perdonaba y perdonaba, Forlán tiraba al poste; Sinama, al infinito, y el «Kun» hacía lo más difícil, presentarse solo ante Casillas y fallar lo fácil, tres veces consecutivas, ¡qué ocasiones!Y el partido, roto, descosido, sin dueño, con el balón danzando de una a otra portería, sin control y escaso criterio. La sangre fría es para momentos así y a los dos equipos les hervía. Entonces se lesionó Heitinga y entró Perea. Van der Vaart suplió a Raúl, quien por una vez no le hizo un gol al Atlético. Y el encuentro, intenso, emocionante, incierto, sin centro del campo entre los contendientes, y con Agüero, desesperado: entró en el área, apenas le sujetó Ramos, se paró y perdió la pelota. El Atleti, por su falta de puntería, no terminó de hacer la gracia y Juande Ramos no consiguió la undécima victoria consecutiva.