España
El Coloso
He invertido algunas horas de mi vida en la contemplación del cuadro llamado «El Coloso» y atribuido a Goya. Ahora dicen que de Goya, nada. Me da igual. «El Coloso» es un lienzo excepcional, y tiene una fuerza y un atractivo que se escapan de lo común. El estudio dirigido y firmado por doña Manuela Mena, jefa de conservación de pintura del siglo XVIII del Museo del Prado, no deja espacio a la duda. «El Coloso» lo pintó Asensio Juliá, discípulo predilecto de Goya, pero no el maestro de Fuendetodos. En el peor de los casos, Goya ha perdido un cuadro y España ha ganado a un gran pintor olvidado, porque «El Coloso» es un cuadro formidable y estremecedor, y al pobre Asensio Juliá, valenciano él, poco caso se le hacía. En la casa de mis padres había un cuadro al que ostentosamente denominábamos «el Goya». Podía dar el pego. Un día llamamos a nuestro amigo Matías Díaz Padrón, conservador del Museo del Prado y un sabio apasionado de la pintura. Le mostramos «el Goya» y nos regañó severamente. «Puede ser de un discípulo torpe», terminó por decirnos para alegrar nuestros decaídos ánimos. El cuadro, un estupendo retrato de un antepasado de otra familia, ya no recibe la calidez de nuestras miradas. Ha pasado a ser «el torpe» en lugar del «Goya». Hoy me he acercado hasta él para ver si en el rincón inferior izquierdo aparecen las siglas «A. J», las de Asensio Juliá, pero ni por esas. No obstante, sigo considerando el «torpe» como un gran retrato, aunque el indiscutible sabio Díaz Padrón lo haya condenado al olvido eterno. «El Coloso» será para mí siempre de Goya aunque Goya no haya intervenido en su creación. El espíritu de don Francisco está ahí, y no merece humillaciones ni marginaciones. Mucho me temo que sea descolgado de su bien ganado sitio y pase al almacén de los olvidos. Si no es de Goya, podría serlo, y esa posibilidad le concede su grandeza. No es cuadro para tenerlo en una casa, porque su contemplación severa conduce al desasosiego, pero no es merecedor del exilio. Tengo para mí que «El Coloso» es una de las obras más queridas por los visitantes del Prado y motivo de detención obligada de los turistas. Doña Manuela Mena nos ha fastidiado el plan, no por descubrir que su autor no es don Francisco de Goya, sino por influir en la futura y casi inmediata desaparición del cuadro de las paredes nobles del Museo. Si la obra es formidable, importa poco que su autor sea Goya o Juliá. En todas las antologías del Prado editadas en el mundo, aparece «El Coloso». Por algo será. Creo que el gran perdedor de esta batalla es Goya. Ha perdido uno de sus mejores y más representativos prodigios. Si Goya resucitado se topara hoy en plena calle con doña Manuela Mena, sería inmediatamente detenido por maltratador de género, por aquello de la bofetada que propinaría a la culta y leal conservadora del Prado. Goya no se andaba con chiquitas. Cuesta mucho apropiarse de una obra ajena, y más aún que esa obra de otro simbolice una genialidad tenebrosa para todo el mundo. El humilde Asensio Juliá habrá sido felicitado por los ángeles y los demonios. Pero a Goya y a los amantes de «El Coloso» nos han hecho una faena de las gordas.
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