Sevilla
El conflicto sigue la estela de Emilio Carrillo
Su definitiva renuncia impone otra reordenación de áreas, aunque sea tan leve como esperan Monteseirín y los suyos
Emilio Carrillo se va para no volver, al menos mientras al frente del Ayuntamiento siga su reciente mejor «enemigo», Alfredo Sánchez Monteseirín, y dejando a su paso un historial de ruptura y crisis desconocido durante la última década de gobiernos socialistas. Su segunda y definitiva renuncia obliga necesariamente a un nuevo movimiento de piezas en el Ejecutivo municipal, el primero del año y el segundo en poco más de seis meses, para ubicar a la futura concejal Cristina Galán. Desde el pasado verano, el indudable peso político de Carrillo, el mismo que utilizó para elevar a Monteseirín al poder en 1999, viene imprimiendo una crudeza inusitada a las disensiones internas en el ala socialista del equipo de Gobierno. En esta ocasión, el entorno más cercano al alcalde confía en lograr una sustitución más rápida, sin apenas dolor e introduciendo sólo pequeños cambios en el organigrama municipal. El objetivo parece ser diluir cuanto antes la alargada sombra de un personaje clave en la historia reciente del Ayuntamiento. Carrillo había comenzado la presente legislatura como terminó la anterior, o sea, ejerciendo de «mano derecha» y solucionador de problemas de Monteseirín. Tanto es así que, además de vicealcalde y delegado de Urbanismo, se le adjudicó el papel de portavoz del Gobierno local.Menos de un año después de la tercera investidura de Monteseirín, su «hombre de confianza» ofreció el mejor ejemplo de que, también en política, del amor al odio hay sólo un paso. La fortaleza misma de Carrillo frente al concejal de Movilidad fue la excusa del alcalde para brindar su apoyo a Francisco Fernández en el conflicto de responsabilidades públicas por el atropello mortal de una mujer en Hytasa, en mayo de 2008. Cruzada esta línea, el mismo Carrillo que pocos meses antes aseguraba a LA RAZÓN de Sevilla que no se veía en política municipal «sin Alfredo» respondía dejando a los «críticos» liderados por el alcalde y alistándose en las filas «oficialistas» de José Antonio Viera en el PSOE de Sevilla. El entonces delegado de Urbanismo empezó a atender a los cantos de sirena entonados por el secretario provincial socialista, un movimiento que Monteseirín consideró imperdonable. Las hostilidades tornaron a guerra abierta: el alcalde atacó con la retirada a Carrillo de la Portavocía gubernamental y lamentando sus intereses sucesorios.Luchas de poderHasta ese punto llegó el aludido, que en julio dejó el área de Urbanismo e introdujo al alcalde en un pulso de poder con Viera, que pretendía aprovechar la descomposición del equipo de Gobierno para posicionar a sus concejales.En septiembre se consumó el ascenso a los cielos de Urbanismo de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ahora «hombre fuerte» del alcalde casi en solitario, y el descenso a los infiernos de Recursos Humanos de Carrillo, su antiguo mentor. Monteseirín salvó el asalto gracias a la pacificadora intervención del secretario andaluz, Manuel Chaves.Fue de nuevo la dirección regional socialista quien obligó a principios de año a Monteseirín y Viera al cese de su enfrentamiento. Pero esta nueva paz tuvo una clara víctima, Emilio Carrillo, que vio aplazadas «sine die» las promesas del secretario provincial sobre su futuro político.Desde ahí, la libertad de acción que ha sentido el alcalde ha sido directamente proporcional a la limitación de movimientos de Carrillo. Su salida: la dimisión definitiva. El fleco pendiente: la nueva e inexperta concejal, para quien el área de Recursos Humanos se antoja algo grande.Con amplio margen para la negociación«Cambio importante en el desarrollo de un proceso que da lugar a una inestabilidad». «Problema, conflicto, situación delicada». En ambas definiciones que ofrece el diccionario de crisis encaja el panorama ofrecido por Emilio Carrillo desde su primera dimisión, en el verano pasado, hasta la segunda y definitiva, el pasado lunes. Con la Feria por medio, Monteseirín y su equipo no tienen prisa para cambiar el Gobierno local y no será hasta el Pleno de mayo cuando se ejecuten. Sin Carrillo y con Cristina Galván, la posición de los «vieristas» para negociar es prácticamente nula.
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