Barcelona

El día que cambió sus vidas

El día que cambió sus vidas
El día que cambió sus vidaslarazon

El 25 de julio de 1999 se escribía una de las páginas más brillantes del baloncesto español. Ese día nacía la mejor generación de jugadores que ha visto este país, la conocida como «Júniors de Oro». Charly Sainz de Aja lideraba un grupo de jóvenes estrellas que aseguraba el relevo a la generación de los Epi, Arcega, Corbalán y compañía que consiguió la plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. Con el oro de Lisboa, se consolidaba un grupo que un año antes se había llevado el oro en el Europeo de Varna. Una selección muy completa, un grupo de amigos que, tras realizar un torneo sobresaliente, se plantaba en la final ante la siempre poderosa selección de Estados Unidos, que presentaba nombres como los de Simmons, Dooling o Collison. «Ese día fue el más importante para muchos de nosotros, la victoria tuvo mucho mérito porque no éramos favoritos», recuerda el entonces seleccionador Charly Sainz de Aja. El 87-94 final fue reflejo del espíritu y la calidad de los jugadores: «No preparamos mucho la final, no afrontábamos los partidos en función del rival, sólo jugamos como sabíamos». En aquel equipo sobresalían Juan Carlos Navarro, máximo anotador de la final con 25 puntos; Raúl López o Germán Gabriel, que ese día consiguió 18. Todos apuntaban a una larga carrera en la ACB. «Recuerdo el momento final, la euforia, la fiesta en la grada» comenta Gabriel. Curiosamente, el estandarte actual del baloncesto español, Pau Gasol, no era un refererente en aquella selección. «Es un jugador que empezó más tarde, llevaba muy poco tiempo en el Barcelona y su verdadera explosión llegó tras ese torneo», aclara Charly. Diez años después, ese éxito sigue en la memoria de todos y cada uno de los integrantes de aquel equipo. «Ha sido el logro más importante de mi carrera, algo que quisieran tener muchos entrenadores», afirma orgulloso Sainz de Aja. «Nadie se esperaba lo que vendría después, pero lo cierto es que era una gran selección», comenta Germán, que se quedó con un trofeo muy preciado: el balón de la final, que aún hoy conserva: «Está firmado por todos los compañeros y lo tengo en casa de mis padres». Muchos de esos jugadores son hoy grandes estrellas, de lo que se muestra muy orgulloso el entonces seleccionador: «Pau es uno de los mejores del mundo y si sigue con esa progresión puede llegar a ser el mejor. Navarro es el mejor de Europa y si Raúl no hubiera tenido lesiones, sería de los mejores bases de la NBA». Y han logrado hitos impensables para el deporte de la canasta: otra plata olímpica y, por supuesto, el oro en el Mundial de Japón. Aquel 25 de julio marcó un antes y un después en la historia del baloncesto español.