País Vasco

El duro trabajo de regenerar Euskadi

El duro trabajo de regenerar Euskadi
El duro trabajo de regenerar Euskadilarazon

Los sueños, sueños son. Patxi López deshará esta máxima de Calderón de la Barca al cumplir hoy el suyo, que es también el de una gran parte de la sociedad vasca que ha clamado en las urnas por un cambio en mayúsculas. Será el protagonista del relevo del nacionalismo, que parecía imposible después de tres décadas en el poder. El Parlamento de Vitoria, al que accedió López con 30 años como diputado por Vizcaya, será el escenario de una investidura histórica. Se llevará a cabo por vez primera sin los votos de la izquierda abertzale, que ha sido determinante para aupar a Juan José Ibarretxe a Ajuria Enea, y echará por tierra las cuentas de un soberbio PNV. Esta vez la suma la integran PSE y PP, a quienes se unirá el novel parlamentario de UPyD. Comienza así una Legislatura hilvanada por el pacto para la regeneración democrática del País Vasco firmado por socialistas y populares. Un acuerdo que sienta las bases de las políticas que desarrollará el Gobierno de López.

Entre sus retos: la crisis, la lucha antiterrorista y revisar la política lingüística impulsada por Ibarretxe. En clave económica, pretende acordar con los agentes un plan de choque dotado de recursos públicos. Los sindicatos nacionalistas ya le han puesto la primera piedra en el camino con la huelga general que ayer registraron para el 21 de mayo. En clave interna, se propone impulsar medidas de austeridad y reducir en un 20 por ciento los altos cargos de la administración.

El capítulo sobre la lucha contra el terrorismo incluye la deslegitimación social y política de ETA y de su entorno, así como el apoyo a las víctimas y la reforma de la Ertzaintza, a la que el pacto PSE-PP otorgará respaldo político, más medios y colaboración con el resto de Fuerzas de Seguridad. Se trata de una Policía joven integrada por 8.000 agentes y lastrada por el clientelismo tejido por el PNV. Otro obstáculo a aborda es el sistema de euskaldunización de los agentes. Ahora se les obliga a estudiar euskera en su tiempo libre. Es el mérito que más puntúa y se utiliza como «la zanahoria y el palo».

Los acuerdos en política lingüística servirán para poner fin a la primacía del vascuence en las aulas y en las convocatorias públicas de empleo. Los socialistas se comprometen con los populares a derogar toda la normativa impulsada por el Gobierno de Ibarretxe para imponer el euskera como lengua vehicular de la enseñanza. El texto pactado defiende la libertad de elección y que el euskera no sea un factor discriminatorio. Para ello se anularán las normas que apuntan en esa dirección, y que han dejado sin efectividad la legislación vigente, es decir, la Ley de Escuela Pública Vasca, que regula los tres modelos de enseñanza.

El Estatuto de Guernica se recupera como marco de convivencia. El PSE renuncia a su modificación, por falta de consenso, pero las dos partes defenderán la treintena de transferencias pendientes, como la de las políticas activas de empleo.

Se inaugura una etapa que echará el cierre al frentismo azuzado por el PNV. Hoy, más de 300 periodistas y unos 500 invitados–entre ellos, el ministro de Fomento, José Blanco, el presidente del PP, Mariano Rajoy y la de la secretaria de organización del PSOE, Leire Pajín– serán testigos del pistoletazo de salida del cambio en el País Vasco.