Francia

El mito sigue libre

El mito sigue libre
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Dirección y guión: Anne Fontaine a partir del libro de Edmonde Charles-Roux. Intérpretes: Audrey Tautou, Benoît Poelvoorde y Alessandro Nivola. Francia, 09. Duración: 105 min. Drama/biografía.

No citaremos ni una sola frase célebre de Chanel, a pesar de que en google las entradas abunden como setas. Porque Coco fue una diseñadora impertinentemente francesa clave en la historia de la moda, un icono en sí misma de color beige, la mujer que cortaba con un pitillo en la boca la tela y el bacalao, no la simple suma de varios aforismos enjundiosos. Vestida de negro, secreta y orgullosa, Gabrielle tuvo, no obstante, la infancia triste y pobre de cualquier huérfana flaca. Con esa imagen desvalida arranca el correcto y frío filme dirigido por Anne Fontaine, a la entrada del orfanato donde vivió una niñez quizá triste y desamparada. «Coco avant Chanel» (en el original el título suena mejor) muestra la vida de una joven rebelde antes de transformarse en leyenda, pero no despeja la equis ni revela el misterio: la modista, lejos aún del mito, continúa rodeada de una extraña aurea, que la hierática y remota Audrey Tautou potencia de forma denonada. Y más complicaciones: Coco mentía sobre su pasado, que parecía odiar con el mismo encono que al vetusto corsé. Cantante cabaretera, modista de dobladillos, la ambiciosa mantenida de un millonario que acaba finalmente enamorado de esta visionaria que vestía las ropas de sus amantes, el filme es consciente, lo que le honra, de rozar sólo la superficie y con un respeto desusado. Sin embargo, termina de manera precipitada y algo frustrante cuando Coco, vestida ya para siempre de Chanel, revoluciona un mundo que dominaban los hombres y los tonos pasteles que tanto odió. «Siempre he sabido que no sería nunca la mujer de nadie», afirmó una vez envuelta en perlas, pero, aunque jamás contrajo matrimonio, en aquel caso se equivocó. Fue la mujer de medio planeta, que la amaba en la lejanía de la esfingie y siguió sus dictados rendida. Lamento mi pequeña traición.