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«En nuestra política sólo hay pasión»

La Razón
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Gabriel Albiac toma el pulso a la calle y dice en alto lo que la mayoría piensa y sólo se atreve a decir por la boca chica. «Lo único que les interesa a los políticos españoles es mantener su sueldo». Lo crudo de la afirmación es que detrás esconde un descorazonador razonamiento. «El 80 por ciento de los políticos, desde el Gobierno, el Parlamento y el Senado hasta las autonomías y los ayuntamientos, carecen de una profesión conocida. Y dos tercios de todos ellos llevan sin ejercer su profesión más de veinte años. Eso entraña un grave peligro para nuestra sociedad. Son sujetos con un inmenso poder que ya no pueden vivir sin la política, no tienen otra vía de sustento vital y material que su escaño ¿Qué pueden hacer si no?».

Escuelas de élite
El escritor y pensador despelleja el silencio con palabras duras, de sedicioso y rabioso descontento. «La diferencia con Francia es que cualquier político francés procede de las escuelas de élite. Tienen el nivel intelectual de un catedrático universitario. Miterrand sería lo que fuera, pero tenía una formación política y literaria intachable; Pompidou poseía conocimientos innegables de economía y de la historia de la literatura; y Malraux, que fue ministro de Cultura, es uno de los grandes escritores del siglo XX. ¿De cuántos políticos españoles se puede decir lo mismo? ¿Qué hubiera sido José Blanco en política en Gran Bretaña o Francia? Absolutamente nada. La mayoría de nuestros políticos son académica e intelectualmente ridículos».
El filósofo y ecritor evita en todo momento ser correcto, porque eso coarta, disvirtúa y maltrata las ideas, y arremete contra la clase dirigente en una serie de reflexiones que ha reunido en el libro «Contra los políticos» (Temas de Hoy). Y lo hace reprochándoles, entre otras cosas, su falta de escrúpulos a la hora de arañar votos. «En nuestra política prima la pasión sobre la racionalidad. Justo lo contrario que en Europa. Es difícil encontrar en otros países la confrontación brutal del nuestro. Todavía se continúa demarcando las creencias políticas en términos de los años treinta, y esta España no se parece en nada a aquella. Es un anacronismo». Y después los acusa de esta irresponsabilidad. «Para rentabilizar votos explotan los afectos, los rencores, las tragedias que vivieron nuestros abuelos. Recurren a un guerracivilismo para poder capitalizar votos y mantenerse en el poder. Y eso es atroz». Y prosigue con una queja. «Construyen una España irreal y la imponen como una conciencia real. Manipulan la conciencia. No afrontan los problemas reales». En los programas electorales aparecen en primer lugar, la cesta de la compra, el alquiler de los pisos y el problema de las hipotecas. Pero los ciudadanos parece que ya no se creen las promesas. Cuando ganan, todos las abandonan. «Cunde un desengaño en la sociedad. Se impone poco a poco un distanciamiento entre los españoles. Ya solamente se acude a votar para poder apartar al peor de los candidatos».

Blair y Sarkozy: la opoción transversal
Gabriel Albiac desgrana con serenidad su disconformidad, su meditada rebeldía. «La división entre izquierda y derecha no es operativa. Esa metáfora ha desaparecido desde los años de entreguerra y ya no remite a nada real. Es un engaño. En Europa se relativiza. Blair ha hecho en Gran Bretaña algo transversal y Sarkozy representa la voladura de esta contraposición».