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Hágase la luz

Hágase la luz
Hágase la luzlarazon

Trascurría San Isidro a paso de Semana Santa. El sufrido penitente, entre sainete y sainete, avanzaba maniatado, agotado y harapiento, con el leño de la Feria a cuestas y sin una migaja de arte que llevarse a la boca para mitigar su desesperación. La actuación de toreros, ganaderos y autoridades conformaban el potro de torturas, el cilicio y el azote que nos llevaba a todos, irremediablemente, por el camino hacia el Gólgota. Pero, llegó José Antonio MORANTE DE LA PUEBLA y todo empezó a cambiar. Se abrieron las nubes, desaparecieron las tinieblas y la maravillosa luz del sosiego y de la esperanza nos inundó a todos. Y es que después de ver lo que vimos, nadie puede negar que sigue existiendo el buen toreo, el arte del bien hacer, la verdad, la pureza y la elegancia durante la lidia. MORANTE toreó con los pulsos, con el alma, con valentía y con mucho, pero que mucho, arte. Resultó una faena inolvidable, de las quedarán grabadas para siempre en los corazones agradecidos.