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Humos electorales

La Razón
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Rodeado de hogueras en todos los frentes, el recalentado Gobierno socialista se aferra a la consigna de que nuestra democracia treintañera es la más vanguardista del mundo. El argumento es de una ingenuidad enternecedora, como lo es decretar que la sociedad española puede pasar de posfranquista a ultramoderna en un abrir y cerrar de ojos. Prueba de esta bisoñez es la frecuencia con que el presidente Zapatero repite la expresión «en democracia», como si a él mismo le costara creerlo. Pero su simplismo, su incombustible euforia y su capacidad evasiva son ya célebres. Hasta el «Financial Times» ha aludido a una «aversión a los contratiempos» y una «tendencia a enviar a la vicepresidenta Fernández de la Vega a sacarle de apuros».

Pero ahora la cosa está que arde de verdad. A la ya palpable crisis económica y la ya invendible paz antiterrorista se unen las fricciones con los partidos nacionalistas, la mermada credibilidad gubernamental, la fuga de los intelectuales izquierdistas y el inexorable empate técnico de las encuestas. Ante tal panorama, el Gobierno Zeta tenía que tirar algún cohete para distraer al aturdido votante. Y coincide que esta semana se han sucedido en Madrid la gala de los Goya, los Premios Max de Teatro y la presentación de la «Campaña de la Alegría» de la Plataforma PAZ.

Cuando todo se tuerce, ahí está la solidaridad de los artistas. Cierto que si triunfan se largan pitando de España y sólo vuelven de visita cual marqués a su cortijo, pero ¡ay, la alegría que dan! Eso sí, quemado el cartucho de los artistas, habrá que improvisar alguna maniobra de emergencia. Lo de Gallardón y Aguirre está trillado. El respeto a los inmigrantes es una obviedad. ¿El humo del «Caldito con el Nuncio» difuminará las galopantes cifras de parados? No sé...