«Te quiero tío»: Influjo Apatow

Judde Apatow dio en la clave. El productor, un tipo inteligente que produce comedias como rosquillas («Paso de ti», «Supersalidos», «Virgen a los 40», la notable «Un lío embarazoso»...), le ha lavado la cara al género con filmes donde el humor oscila entre el «gag» subido de tono y otro de mayor ironía y «sofisticación» y que protagonizan jóvenes gordos obsesionados con el sexo o treinteañeros inmaduros cuyo máximo temor reside en que la bendita e irresponsable adolescencia quede definitivamente atrás. Películas, pues, no exentas de cierto velo nostálgico, otros cineastas comienzan a emular la fórmula pergeñada por Appatow; así, Hamburg, que en «Te quiero, tío» describe la historia de un pobre diablo que, días antes de casarse, descubre que no tiene un solo amigo. Alejada de esterotipos machistas y recursos facilones (así, que la cinta hubiese derivado en una relación gay) y de recurrentes retratos metrosexuales, el protagonista no sabe jugar al póker, ni beber cerveza,y no quiere cambiar nada de eso, pero de pronto cae en la cuenta de que jamás tuvo un compañero de juergas. Aunque el ritmo cojee y la calidad del humor resulte desigual, conmueve descubrir que detrás de esa búsqueda palpita un análisis bastante ajustado de la amistad masculina y un miedo reverencial, casi infantil, a crecer y colgar la guitarra ya para siempre.