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«La cogida fue rápida pero me di cuenta de lo mucho que entraba el pitón»

La Razón
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madrid- Domingo López Chaves cumplirá la próxima temporada diez años como matador de toros. En esta década conoció las dificultades de quien apenas torea y se enfrentó a las ferias, al público y a las cornadas. La última, el pasado domingo día 2 de diciembre en el único contrato que tenía firmado en tierras americanas, en la feria ecuatoriana de Quito. Pasados lo días, habla desde su casa salmantina sobre lo conseguido y de lo que se le resiste. Un breve repaso a muchos años de trabajo.

–¿Cómo se lleva un viaje tan largo con una cornada tan reciente?

–Fue muy duro porque nos obligaron a bajar del avión una hora en Guayaquil y se me hizo eterna. Luego, el viaje no lo llevé mal del todo.

–Antes de llegar a su casa salmantina el viernes, pasó por la consulta del doctor Ortega para revisarse la herida.

–Sí, y me quedé mucho más tranquilo, aunque uno con el tiempo aprende a saber si las cosas van bien o mal, según cómo te encuentres. También se coge oficio en esto de las cornadas.

–¿Qué tal se siente?

–Tengo molestias, porque la cornada ha sido fuerte, con tres trayectorias, y una de ellas me atravesó el muslo de lado a lado, pero estoy bien. Lo importante es que no ha atravesado ninguna vena importante.

–Hace justo una semana (por ayer) que sufrió la cogida. Además, las primeras horas fueron complicadas...

–Lo pasé muy mal, porque desde que me hirió el toro hasta que me operaron pasaron dos horas interminables.

–¿Cómo fue el proceso?

–Estuve en la enfermería unos veinte minutos y, luego, una hora larga hasta que llegaron los médicos al hospital.

–¿Qué pensó durante ese tiempo?

–De todo, en mi familia, en lo lejos que estaba, en los dolores de la herida, porque duele. Me dio mucha tranquilidad que El Fandi estuviera conmigo todo ese tiempo.

–Este tipo de experiencias, ¿dejan secuelas?

–Creo que no, al revés. Te hace ser más fuerte después de ver las cosas que hay por ahí.

–¿Cómo fue el percance?

–Toreaba al natural, tomó tres muletazos bien y al cuarto se fue derecho a por mí. Ocurrió rápido pero me di cuenta de todo: noté cómo entraba el pitón y no paraba.

–¿Fallo del toro o del torero?

–La misión del toro es coger y la del torero es no dejarse herir y, además, crear. Esta vez me equivoqué, pero las cornadas engrandecen el toreo.

–Y con ésta lleva nueve, ¿dejan mella?

–Las superas. A veces físicamente sí dejan secuelas, pero delante del toro no se notan.

–¿Ha perdido algún contrato?

–No, sólo iba una tarde a América. Es curioso porque el año pasado recibí también una cornada en la última corrida de la temporada en Zaragoza y este año lo mismo. Además, con el mismo traje.

–¿Vestido gafado ya?

–Qué va. No le tengo manía.

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–Entonces, se lo volverá a poner.

–Seguro.

–¿Qué valoración hace de la pasada temporada?

–Uno quiere siempre más triunfos, pero estoy contento. No se terminaron de dar bien las cosas en Madrid, pero en ferias importantes se han cortado orejas. La pena, Madrid.

–El año que viene cumple diez años de alternativa, ¿cómo le ha ido esta década?

–Los primeros años, muy difíciles, porque toreaba cuatro o cinco corridas al año y entrenaba todos los días. Durante dos temporadas me fui a México... Pero todo te curte como torero y en tu formación. Cuando te llega el momento quieres agarrarlo y que no se te escape. Ahora, si volviera a nacer, repetiría de nuevo todo el proceso.

–¿Su mérito fue aguantar?

–Sí, no tirar la toalla y mantener la ilusión. No siempre es fácil, porque no llevas dinero a casa y dependes de otras cosas. He tenido ilusión y he vivido dos años maravillosos.

–¿Está donde quiere?

–No, no soy figura, pero aspiro a ello. Busco el respeto de la afición y de mis compañeros. Sé que ser figura es muy difícil, pero lucharé para conseguirlo. En eso llevo todo este tiempo, aunque soy consciente de lo que supone en realidad.

–Hablábamos de las cornadas, los percances, los sinsabores... Pero, ¿qué es lo que le resulta más difícil de llevar en su profesión?

–Para mí lo más complicado, y lo tengo demostrado, es ser capaz de mantener la regularidad todas las tardes. Conseguir un día estar bien y a la tarde siguiente también y a la otra... Es dificilísimo.

–¿Qué papel juega para usted la figura del apoderado en la vida de un torero?

–Yo tengo mucha suerte, porque mi apoderado es uno de los mejores (por Roberto Espinosa). El apoderado es mucho más que la persona que negocia, porque depende de cómo se hagan esas contrataciones puede cambiar mucho tu carrera. Aunque la fuerza se la da el propio torero, lo que uno consiga en la plaza es el aval para marcar el camino a seguir en los despachos.