Hay un mundo de sentimentales en el que de vez en cuando también entran los sementales. Vamos, como cuando Escarlata O'Hara agarraba bajo la puesta de sol en el intermedio de «Lo que el viento se llevó» un nabo gritando: «¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!». Pero luego pasan otros asuntos, queridas y queridos amigos que confundís la morcilla con la carne, que a base de querer zampar salchichón te acabas encontrando con un chorizo.

Pienso esto porque me han dicho que hable del Dinio, que me perdone que no recuerde el apellido, aunque es de suponer que se lo hayan encontrado en la comisaría mientras las agentes y los agentes del orden le hacen la foto de rigor de frente y de perfil. De arriba abajo, o de abajo arriba, o en los medios de comunicación, haciendo una ficha policial de la entrepierna para luego filtrar a los medios, o a las páginas calientes de la red.

Supuesta fama merecida

Pienso ahora que no sé si hizo una peli porno, pero vaya, pongamos que el sujeto tiene una supuesta fama merecida. Resulta que han detenido al maromo, que aparte tiene un hermano gemelo para nunca saber quién es el inocente o el culpable. Por probar a robar en un centro comercial de Gandía nada menos que un televisor. (Con su permiso, voy a poner siete interrogaciones: ¿???????).

Y sin saber el calibre del delito, si donde le han puesto las esposas, si tienen apertura para apretarle los cojones, más allá de lo que opine el juez, o la jueza que se pida el turno, voy a dar mi opinión humilde y sabia con la grandeza que me permiten mis calzones dados de sí: Dinio ama más a la televisión que a cualquier mujer, porque es la única que le ha dado un poco de estima a su vida.

Por eso, ahora que no sale en pantalla, tiene que buscarse una para secuestrarla si hace falta y acostarse con ella. Hasta con cables, tedeté o timo de Imagenio incluido. Caso cerrado. Si a mí me dan un martillo, lo declaro inocente total. Hasta que le llegue el día en que se tenga que buscar una viagra digital.