Afganistán

Mujeres que combaten con palabras

El último premio Goncourt presenta en España «La piedra de la paciencia» 

Mujeres que combaten con palabras
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Pobreza, paternalismo machista, fanatismo religioso, tradiciones ancestrales y orgullo de sangre se interponen en el amor. «La piedra de la paciencia» (Ediciones Siruela), escrita en francés por el autor afgano Atiq Rahimi (Kabul, 1962) y galardonada por el premio Goncourt 2008, es una obra que denuncia la violencia, las guerras y la desigualdad entre sexos, y que se expone ante el peligro de un sector intolerante y radical del pueblo afgano y también ante la opinión de muchos parisinos que critican al autor por «haber descrito a las mujeres afganas como unas putas y a los hombres como unos impotentes». El autor presenta a una mujer que sostiene un profundo monólogo frente a su marido, que yace en una cama y que, «en esta ocasión, se convierte en su piedra de la paciencia («syngué sabour»), como la que se encuentra en La Meca y alrededor de la cual millones de peregrinos descargan sus desgracias», cuenta Rahimi, que decidió empezar ésta tras el brutal asesinato de la joven poetisa Nadia Anjuman a manos de su marido en el año 2005. «Fui invitado a un encuentro literario organizado por ella, y una semana antes me enteré de que se suspendía porque había sido asesinada por su marido». El autor ha querido plasmar en las páginas de este libro la valentía de muchas mujeres que intentan sobrevivir en un contexto lleno de confusión, violencia e injusticia: «Esta historia lleva la esencia de todas las mujeres que se sostienen con la palabra y combaten con ella para existir», añade el autor. Junto a estas ideas, Atiq Rahimi afirma rotundamente no ser «ni feminista ni sexista» y expone como argumento principal que su novela cuenta con personajes femeninos atroces, como la suegra de la protagonista, y hombres maravillosos, como un joven que es maltratado. El autor informa de que «la traducción en persa ya está en camino» y que todavía no ha notado cuál ha sido su repercusión en Afganistán. Sabe, porque no se va a engañar, que la traducción allí puede «traerle muchos problemas». También comentó que una traductora iraní se ha interesado por su novela y está trabajando actualmente con el texto.