Murcia se vuelca en la despedida del inolvidable Antonio Campillo

Murcia vivió ayer uno de los días más tristes de su historia. Un día en el que distintas sensaciones y emociones convivían en los corazones de los numerosos familiares y amigos del mundo de la cultura, el arte y la política que ayer dieron su amargo adiós al genial Antonio Campillo. Por un lado, la pena por la pérdida de una excelente persona y magnífico artista, y por otro, la admiración y cariño hacia un extraordinario maestro de semblante tranquilo, humildad inigualable y escultor irrepetible, que el pasado sábado se despidió entregado a numerosos proyectos como el «Monumento al peregrino», en el que trabajaba en la actualidad.El presidente de la Comunidad, Ramón Luis Valcárcel, gran amigo del escultor y que asistió al funeral acompañado por su esposa y otros miembros de su familia, habló de Antonio Campillo como de un «gran hombre, de amistad sincera y agradecida», que con su muerte deja «su obra de por vida».Para Valcárcel, Campillo «se ha ido en un tiempo de gloria» en lo profesional, y además «sin hacer ruido», como «él era». El jefe del Ejecutivo murciano avanzó que la Comunidad Autónoma ultima los trámites para poner en marcha una fundación en memoria de este escultor, en colaboración con la Academia de Bellas Artes de Murcia y la familia Campillo, que tendrá por sede la Casa Díaz Cassou. Por su parte, el consejero de Cultura y Turismo, Pedro Alberto Cruz, recordó que «hemos perdido una de las figuras más importantes de la escultura del siglo XX». Un artista que «supo definir el neoclasicismo mediterráneo».El funeral del escultor se celebró en una abarrotada iglesia de San Juan de Dios, donde se había instalado la capilla ardiente, con una misa oficiada por Gabriel Bastida. Durante la homilía, en la que reposaba sobre el féretro el birrete blanco de su nombramiento como doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia, el pasado 19 de diciembre, el sacerdote recordó cómo Campillo quería vivir desde la sencillez y del trabajo de sus manos. Posteriormente, el cuerpo del artista fue trasladado al cementerio municipal Nuestro Padre Jesús donde recibió sagrada sepultura. Allí, además de las numerosas coronas de flores de instituciones y corporaciones locales de la Región, y de otros organismos, sus familiares no olvidaron dejarle lo que él tanto adoraba: las hermosas rosas rojas.