Mérida

Tres semanas de un «camino canino» triunfal

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Madrid- La aventura canina sigue su curso con éxito. Con alrededor de un cuarto de los 1.200 kilómetros de trayecto recorridos, El Camino continúa con su proyecto de llegar a Santiago de Compostela junto a sus fieles compañeros. Por cada lugar que pasan, levantan pasiones y son el centro de atención de todas las miradas, desde la población local hasta las protectoras, medios de comunicación y dirigentes de la zona. Esta semana, por ejemplo, fueron recibidos por el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, y el alcalde de Mérida, Ángel Calle. «Hemos hecho historia», explica Johana Mayrhofer, de la asociación El Camino. El motivo de este optimismo es que es la primera vez que unos perros abandonados entran en el palacio de la presidencia. Incluso su nuevo invitado, un burro, ha entrado en el patio. Durante esa misma jornada, las protectoras de la zona junto a El Camino realizaron una concentración y, todos juntos, con sus animales, cruzaron el puente de Mérida. «Es un día muy emocionante para los animalistas», continúa Johana. Hoy al medio día darán otro paso histórico: por primera vez en Cáceres, las protectoras de animales se juntarán y mantendrán una reunión con la alcaldesa, Carmen Heras. A pesar de la actividad tan frenética de la asociación, estos peregrinos siempre guardan un pequeño lugar para el descanso. El pasado jueves disfrutaron de medio día de reposo en la finca de una de las socias de la Federación de Protectoras de Animales de Extremadura (Fepae). «Estamos celebrando este encuentro entre amigos. Además, como está vallado, los perros pueden correr por el campo, lo que les hace muy felices», comenta Johana. Esta tercera semana que acaba de concluir supuso una de las etapas más sencillas para los caminantes, ya que tan sólo tuvieron que recorrer 153 kilómetros. Los próximos días serán más costosos: aumenta el número de kilómetros diarios y la dificultad del recorrido. Aun así, los perros están muy motivados con esta odisea. Tal y como Johana explica, «ellos no se quejan ni tienen ampollas». Y es que cada día los peregrinos se encargan de que sus compañeros estén en perfecto estado: les revisan las patas y les untan crema protectora. Además, cada día, dos de los animales se toman un descanso «a pesar de que no les guste».