Cargando...
Libros

Libros

Tres veces Valle: el «Retablo» llega al CDN con voz nueva

Las piezas más representativas del «Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte» llegan al Teatro Valle-Inclán con el descaro de tres jóvenes directores: Ana Zamora, Salva Bolta y Alfredo Sanzol.

Alfredo Sanzol dirige «La cabeza del bautista» con estética setentera (arriba, un ensayo) larazon

En cierta forma, el «Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte» es una enciclopedia valle-inclanesca. Las cinco obras que el dramaturgo aglutinó bajo este título proceden de diferentes años y estilos, aunque todas son obras de madurez, escritas entre 1924 y 1926. No es de extrañar que inaugurara el Teatro de La Abadía en 1995, o que sea una obra recurrente en nuestros escenarios, aunque a menudo no se monten sus cinco piezas. El Centro Dramático Nacional sigue esta tendencia apostando por las tres más representativas, y con una novedad: un trío de jóvenes directores en alza y con interesantes trayetorias asume el reto en el teatro que lleva el nombre del dramaturgo: Ana Zamora dirige «Ligazón», Alfredo Sanzol «La cabeza del Bautista» y Salva Bolta «La rosa de papel». Sus lecturas viajan de la revisión simbolista al compromiso político.Nieta del filólogo y valle-inclanista Alonso Zamora Vicente, Ana Zamora cuenta que «hacer Valle es un lujo para cualquiera, son palabras mayores», aunque recibió con cierta sorpresa el encargo de Gerardo Vera: «¡Un auto de sombras!». La ironía la apreciará quien haya seguido su trayectoria, un camino de recuperación de poemas y piezas del repertorio renacentista, como el «Auto de la Sibila Casandra» o el «Auto de los Reyes Magos». El reto, explica, «era hacer un trabajo de depuración, volver atrás, olvidarme de todo lo que pensaba que era "Ligazón"y empezar desde cero. Y eso en un autor como Valle-Inclán, que está lleno de tópicos y de lugares comunes, exige una labor de deconstrucción, bucear con la mente limpia en el texto».Cuando se le pregunta por esos «tópicos», suelta con ironía «¿empezamos por el galleguismo?». Zamora lamenta que «se relacione siempre el "Retablo"con el teatro mítico de Valle; es algo que parece así, pero luego te das cuenta de que está muy lejos de las "Comedias Bárbaras". Hay personajes que tienen otra configuración: son hijos ya del esperpento».Compromiso social«Se nota que es una obra de madurez. No es un regodeo posmodernista sino un trabajo de investigación en la línea de la vanguardia que tiene que ver con el compromiso social», asegura la directora, para quien el texto «plantea una serie de símbolos que hemos intentado descifrar de la manera más diáfana posible». Zamora repite con intérpretes de sus montajes como directora o ayudante (Elena Rayos, sobre todo, pero también Iñaki Rekarte y Manuela Paso) y contará además con Gloria Muñoz para la historia de la Ventera, la Raposa, la Mozuela y el Afilador. Igualmente, Alfredo Sanzol ha llamado a filas a sus habituales intérpretes: Lucía Quintana, Juan Antonio Lumbreras, Pablo Vázquez, Paco Déniz y Javier Lara, a los que se suman Juan Codina y Ángel Burgos. «La cabeza del Bautista», cuenta el director de montajes como «Cous Cous y churros» y «Risas y destrucción», «está cronológicamente situado en un momento de patriotismo exacerbado y palabrero, que a Valle y a su generación no les gustaba nada. Me recordaba a aquel de los años 50». Quizá por eso, explica, «las referencias, visualmente, estaban claras», lo que justifica su propuesta estética: trajes, corbatas y vestidos entre sesenteros y setenteros, algo que ya estaba en otros montajes anteriores de su compañía. «No he querido hacer nada que tenga que ver con "Sí, pero no lo soy"–su debut en 2008 como director en el CDN–, aunque inevitablemente me sale algo que se ajusta a mi estilo» .Cuenta Sanzol sobre su pieza que «tiene que ver con cómo las pasiones se apoderan de nosotros y acaban por ser nuestra perdición, nos convierten en muñecos. Don Igi el Indiano y la Pepona, por avaricia, deciden matar al Jándalo, pero luego la Pepona se enamora de éste de forma casi mágica, con ese famoso beso, aunque ya es tarde para corregir sus actos. Todo esto lo viven los personajes a través de una pasión muy animal, casi radical».Reventar concienciasValle-Inclán tiñó todo eso de un tono cómico al que Sanzol parece tener querencia. «Fue Gerardo Vera el que decidió quién haría cada pieza y creo que acertó bastante», cuenta el director, para quien «en el humor de Valle existe una compasión enorme hacia sus personajes, son muy humanos. Aunque hay elementos de sátira, nunca pierde de vista el dolor».«La rosa de papel» cierra la velada, y explica Salva Bolta que ha querido «llevar la pieza al terreno de la parodia, del melodrama para marionetas». Al fin y al cabo, «quiero creer –prosigue– que Valle la escribió para reventar conciencias. El público de su época se adormecía con Benavente y esta obra es una gamberrada para impactar en el cerebro. Valle escribió esta pieza, quizá más que las otras dos, con una carga de profundidad muy salvaje, brutal». El reparto comparte nombres con «La cabeza...» (Deniz, Lara, Vázquez y Burgos) y tiene al frente a Marcial Álvarez como el Julepe y Nerea Moreno como la Encamada. La historia de estos personajes crueles y alcoholizados fue definida por el autor como «novela macabra». «Para mí es importante la mezcla entre eso, los personajes sin alma y los objetos animados», resume Bolta, «y también que el montaje tuviera algo de ese momento tan especial que Valle vivió, marcado por el expresionismo y el nacimiento del cine».

De locuraBromea Ana Zamora cuando se le pregunta por el conjunto de estas tres piezas, llevadas a escena por tres conceptos teatrales tan dispares. «Es una pequeña locura», dice. Más en serio, cuenta Alfredo Sanzol, tras el primer ensayo completo, que «salí emocionado: parecía que hubiera un solo director que hubiera creado tres partes con tres estilos muy diferentes. El espectáculo entero tiene una progresión, una unidad dentro de la diversidad». Y asegura Salva Bolta que el conjunto le parece «milagroso». «Va a ser –explica– un viaje fantástico: empezará en la delicadeza poética de la maravillosa Ana, para girar 180 grados, pasando por la pieza de Alfredo, hasta irse a algo salvaje, brutal».

- Dónde: Teatro Valle-Inclán. Madrid.- Cuándo: Del 30 de abril al 21 de junio.- Cuánto: 15-18 euros. Tel. 91 310 15 00.