Fundación Víctimas del Terrorismo

Un pueblo manchado de sangre

Pocos se prestan a hablar en el municipio. Predomina el silencio. Los pocos que lo hacen prefieren el anonimato.

La plaza, en la imagen, está dedicada al fallecido etarra «Argala», uno de los terroristas que participaron en el asesinato de Carrero Blanco
La plaza, en la imagen, está dedicada al fallecido etarra «Argala», uno de los terroristas que participaron en el asesinato de Carrero Blancolarazon

ARRIGORRIAGA- En las calles de Arrigorriaga abundan las miradas esquivas, llenas de lágrimas, los tímidos pésames a pie de calle a todos los que visten el uniforme azul y el silencio. El municipio vizcaíno todavía no ha despertado del miedo. ETA aún está, y sus más de 3.000 habitantes lo saben. Resulta difícil encontrar a alguien que quiera hablar y tan sólo se adivinan algunas voces aisladas entre la multitud.El Ayuntamiento de este municipio, gobernado con mayoría absoluta desde hace años por el PNV, conservaba hasta ayer en su fachada un cartel con la imagen de un etarra, que un ertzaina se encargó finalmente de retirar ante los aplausos de los asistentes a la concentración convocada en repulsa por el asesinato de Eduardo Puelles. La misma plaza del pueblo donde se celebró el homenaje lleva el nombre de José Miguel Beñaran «Argala», uno de los terroristas que participaron en el atentado contra Carrero Blanco, y que es natural de este pueblo. Ni los esfuerzos de los concejales por modificar el callejero, ni las numerosas mociones presentadas han logrado borrar del mismo el nombre del terrorista. «El alcalde tendría que pensar en cambiar el nombre de esta plaza por el de las víctimas», asegura José Manuel Méndez, ex concejal del Partido Popular en el municipio.Pero las calles de este pueblo tienen memoria. Hace 23 años, en el barrio de Santa Isabel, el agente Manuel Fuentes Pedreira era asesinado por ETA. Los terroristas le dispararon por la espalda en la cabeza, a bocajarro, cuando había terminado de jugar un partido de pelota vasca. «La culpa de que pasen estas cosas la tenemos todos los vascos», comentaba un ciudadano en un corrillo. «Es muy difícil cambiar treinta años de lo mismo. El cambio sólo ha llegado a las instituciones», le replicaba otro compañero. Entre el silencio se adivina la voz de un vecino de Arrigorriaga que se lamenta por el asesinato de Puelles. «Es una vergüenza, es un vecino de aquí, conocemos a la familia, era de los nuestros. ¡Son unos asesinos!», exclamaba airado el ciudadano. «Ha tenido que ser alguien del pueblo», comentaba a este periódico una voz anónima.La leyenda de este pueblo tiene escrito su nombre con sangre. Arrigorriaga significa en euskera «lugar de piedras rojas». Este topónimo tiene su origen en la batalla de Padura, en la que se enfrentaron vizcaínos contra leoneses en el siglo IX. Se derramó tanta sangre que la tierra quedó cubierta de rojo. Sabino Arana recuperó la leyenda para exaltar al pueblo vasco. Hoy, doce siglos después, ETA vuelve a hacerla triste realidad.