Sevilla
Una checa en Silos
Partiendo de que son benedictinos que llegaron a este lugar de Burgos huyendo de la revolución francesa, encontrarse en el Monasterio de Santo Domingo de Silos una reconstrucción de iconoclastia nacional, o destrucción de imágenes religiosas, tiene una doble intención, aunque casual. Además, puede verse, a escasos metros del claustro (con su plácida y «adefésica» fuente reconstruida, según expresión del abad Clemente Serna), una «checa» de tortura decorada al uso con arte de vanguardia. Clemente Serna definió esta última exposición programada por el Reina Sofía como «grata sorpresa, original e interesante porque saldremos enriquecidos y porque nos encontraremos en el camino». Más allá de DuchampEn ese camino, claro, está la Iglesia católica, están las imágenes de cristos y vírgenes destruidas y están los templos quemados durante la Guerra Civil española. Todo ello forma parte de una archivo que Pedro G. Romero (Aracena, Huelva, 1964) puso en marcha hace diez años para documentar un paso más en lo que Duchamp había emprendido cuando, a su manera, se puso a destruir el arte con un urinario instalado en un museo. «Había algo evidente en este montaje que, sin duda, es especial para mí: ha quedado perfecto porque es devolver imágenes rotas a su lugar natural», explica Pedro G. Romero.Se exhibe la reconstrucción exacta de la «checa» que se instaló durante la Guerra Civil en la calle Vallmajor de Barcelona. Suelo con ladrillos oblicuos para no poder andar, paredes pintadas con colores como las de Paul Klee o Kandinsky, con topos y figuras geométricas, cambios de luz (verde o rojo), asientos inclinados que impiden el descanso. «La vanguardia como tortura», señaló el director del Reina Sofia, Manuel Borja-Villel. Cuenta Tàpies en sus memorias que visitó esta «checa» en compañía de un hermano de Juan Antonio Samaranch y que se quedó horrorizado al comprobar que los pintores que admiraba se utilizaban para la tortura. «El Lenin»Pedro G. Romero no ha conseguido, después de varios intentos, que el arzobispado de Huelva le prestase la figura de «El ruso» o «El Lenin». Mineros de Huelva quemaron una iglesia en 1936 y, desde entonces, en la iglesia de Santiago, en Castaño de Robledo, se quitó la imagen del moro tradicional por la de un soldado del ejército rojo. Mirando por unas mirillas puede verse esa imagen vestida al estilo bolchevique. «Las imágenes rotas alcanzan su mayor nivel de verdad», afirma Romero, e insiste en que «un objeto religioso puede ser una obra de arte y su destrucción por los revolucionarios era marcar su valor mágico». Algo a lo que el propio artista no es ajeno. Vive en Sevilla y se pregunta: «¿Qué es lo que siente alguien que sigue a Jesús del Gran Poder como yo lo he hecho?».Borrar los católicoEl Archivo F. X es el de los desperdicios, el de los documentos ocultos y vergonzosos. En ese archivo sobre la destrucción más irracional de imágenes religiosas que haya existido trabaja Pedro G. Romero. Presenta una tirada facsimilar de uno de los carteles que, en 1936, los alumnos de Bellas Artes de Madrid realizaron llamando a la protección de patrimonio religioso; la edición de la moneda de la Cooperativa Mútua Católica de Manlleu de la que se borró, una a una, la palabra «católica».
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