Novela

Vivir para ver

La Razón
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A veces, hojeando los periódicos y sin necesidad de ir a las revistas especializadas en tremendos sensacionalismos capaces de satisfacer las ansias de las mentes más aburridas, nos encontramos con noticias que suceden casi al lado de uno mismo. En mi repaso a la prensa internacional por internet (siempre internet, bendito internet) leo un titular que me choca: «Esposa encuentra a su marido desaparecido convertido en mujer». Lo curioso es que esta buena señora intentaba justificar la desaparición de su marido, que un día salió de casa a por tabaco y hasta hoy. Decidió, entonces, contratar los servicios de un detective privado cuyas pesquisas lo condujeron hasta una casa en Bolonia, donde encontró una pareja cuyo componente femenino tenía algo extraño, no se sabía qué; cuando, de pronto, recordó la cara del cónyuge desaparecido, que era la misma, sólo que convertido en una real hembra, puesto que, incluso, se había sometido ya a una operación de cambio de sexo. ¿Qué se hace en estos casos? Lo ignoro, pero, desde luego, ni pegarse un tiro ni enredarse en maldiciones, como dice la copla, solamente observar la absurda situación e intentar aliviar el amargo regusto que debe producir el comprender que la persona con la que estuvo compartiendo su vida no era sino un equivocado en su tendencia sexual que no supo asumirlo. Ella está tramitando un divorcio exprés y la nulidad eclesiástica. De seguro que será la más rápida de la historia. Lo dicho, vivir para ver.