Europa

Bruselas

¿ Qué pasa ahora?

La Razón
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Abramos los ojos: la emigración está dividiendo a Europa y cambiando el mapa electoral . Determinados partidos, con relativo éxito, han logrado alarmar a franjas del electorado inculcándoles miedo a la “invasión” de los emigrantes. Sólo la llegada de centenares de miles de emigrantes, árabes y africanos, puede explicar el éxito de la Liga Norte en Italia y de las medidas, inhumanas para muchos, que ha adoptado su líder prohibiendo la llegada del barco con refugiados.

Salvini ha dicho basta. Italia ha recibido unos 600.000 emigrantes en los dos últimos años y sólo han salido unos 100.000. El medio millón restante no es una cifra despreciable, es, en realidad, algo fácilmente explotable en el mercado electoral italiano. En Austria, Hungría, Polonia, etc...el rechazo es también evidente. Varios gobiernos proclaman que no aceptan cuotas de acogida decretadas por Bruselas. Los partidarios del Brexit en Gran Bretaña lograron su raspada victoria en el referendum por el miedo de cierto electorado a la invasión del fontanero polaco o el “manitas” rumano. Esos votantes detestan que esos emigrantes puedan entrar en su preciada isla sin la menor traba.

El problema no va a desaparecer, ciertos partidos de la derecha populista europea quieren incluso que se agrave momentáneamente para seguir captando adeptos alimentando la demagogia y hasta la xenofobia. Se puede, pues, agudizar y es dudoso que el gesto solidario del gobierno de Pedro Sánchez no contribuya a agudizarlo. Ojalá, no.

Es indiferente si nuestro Presidente ha tomado la decisión al ver que rivales políticos como Compromis y Colau manifestaban que estaban dispuestos en Valencia y Barcelona a abrir las puertas a los jóvenes famélicos anclados en el Mediterráneo sin poder atracar en Palermo. Que el gobierno haya visto en su solidario gesto humanitario un modo de quitarle éxitos a sus rivales al tiempo que hace bonitos titulares resulta irrelevante. Con la decisión el gobierno evita una no descartable catástrofe a seres humanos, más de 629, que ya llevaban padeciendo un drama que no desearíamos a nuestro peor enemigo. He de congratularme .

Pero, ¿ ahora qué?. Los traficantes de estos pobres africanos han tomado buena nota de lo ocurrido. Los vigilantes libios que deben impedir la salida de pateras, algunos untados por las mafias, también. Las ONGs lo mismo; por supuesto, el emigrante que ha sido humillado, tal vez golpeado, tal vez violado, que ha pagado dos o tres años del mísero salario de su país para comprar su azaroso pasaje en condiciones infrahumanas también. El efecto llamada, inevitablemente, se fortalece. Habrá más pateras con centenares de infelices que saben que las ONGs primero, los barcos militares después, alguno meritoriamente nuestro, los va a acoger en alta mar y los trasladará a Europa. Generosamente reconfortados lo primero que hacen es buscar un teléfono: sus palabras iniciales a seres queridos son “estoy bien”.

Después, queda tácitamente el mensaje de que si ellos lo han logrado es que hay posibilidades de conseguirlo para los que quedaron atrás. Hay millones, repito millones, dispuestos a venir porque la mayor parte de los 629 no huyen de persecución política o guerras. Huyen del hambre, de la pobreza. Yo también lo haría si fuera de Mali o Niger con 25 años y sin futuro.

El gesto español es hermoso, ¿ pero es sostenible? ¿ Podemos repetirlo ahora que Salvini ha ganado- la ha ganado-su batalla?

No es sostenible por mucho tiempo. Si lo fuera abriríamos la verja de Melilla de par en par-Salvini dice que disparamos a la gente para que no entre-y evidentemente no podemos abrirla aunque la desesperación y el hambre de los que están en el otro lado de la verja tenga semejanzas con las de los del barco. No podemos abrirla porque en pocos meses nos entrarían miles, millones de Mali, Niger, Liberia, Mauritania, Argelia, Nigeria...Digo millones; no podríamos digerirlos económicamente y al poco tendríamos un sarpullido político, un partido anti-emigratorio con rápidos réditos electorales.

La decisión del gobierno es humanamente loable pero es un parche cuya repetición frecuente traería problemas. El frente de batalla está en Bruselas.