
Italiana
Hasta 100 euros por entrar: la drástica propuesta en esta ciudad europea contra el turismo masivo
Algunos comerciantes reclaman nuevas medidas para atraer un turismo de mayor calidad

La industria turística se ha consolidado como uno de los principales motores económicos a nivel global. Genera empleo, dinamiza el comercio local y fomenta el intercambio cultural. Sin embargo, sus efectos negativos se han vuelto cada vez más difíciles de ignorar. Lo que en su día representó una vía de reactivación económica para muchos núcleos urbanos, hoy se percibe en algunas ciudades como un proceso de expulsión vecinal por el encarecimiento del precio de la vivienda, la pérdida progresiva de identidad en los barrios históricos, la sobrecarga de las infraestructuras públicas y un sentimiento de saturación creciente entre los residentes.
Frente a este panorama, Venecia -uno de los destinos más visitados del mundo- se ha convertido en símbolo del desgaste que provoca el turismo desbordado. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la ciudad italiana recibe alrededor de 20 millones de visitantes al año, mientras que su población residente en el centro histórico se ha reducido a menos de 50.000 personas.
En los últimos días, han cobrado notoriedad las declaraciones de Setrak Tokatzian, presidente de la asociación de empresarios de la Plaza de San Marcos, una de las zonas más emblemáticas de Venecia. El comerciante, propietario de una joyería en el corazón de la ciudad, ha alzado la voz contra el modelo turístico actual y ha criticado con dureza la falta de retorno económico que dejan muchos de los visitantes. "Estamos en estado de emergencia: los turistas ya no compran nada. Les haría pagar 100 euros por persona", afirmó tajante en declaraciones recogidas por medios italianos.
Comerciantes venecianos: "Nadie compra nada"
Tokatzian ha expresado su decepción hacia el perfil de turistas que viajan con presupuestos ajustados, visitan la ciudad por unas pocas horas, y rara vez consumen en los comercios locales: "Se desplazan de una parte a otra de la ciudad, guiados por guías turísticos, suben a góndolas, toman taxis acuáticos, corren de un lado a otro, pero nadie compra nada", lamenta, antes de calificar este tipo de turismo como "espantoso".
No es la primera vez que Venecia intenta poner límites al turismo. En los últimos años, el Ayuntamiento ha implementado diversas medidas como la prohibición del acceso de grandes cruceros al centro histórico, la limitación del tamaño de los grupos turísticos, o la reciente introducción de una tarifa de entrada de entre 5 y 10 euros para quienes no pernocten al menos una noche. Esta tasa busca desincentivar el turismo de un solo día, pero ha generado tanto apoyos como críticas.
El diario The Telegraph ha recogido también el testimonio de Roberto Panciera, presidente de Confcommercio Venezia, quien ha compartido su preocupación por la escasa inversión que muchos visitantes hacen en el comercio local. No obstante, se ha mostrado más moderado y ha advertido sobre el riesgo de criminalizar a ciertos perfiles turísticos. "No deberíamos victimizar a los turistas con presupuesto limitado", ha señalado, subrayando que no todos los problemas de la ciudad pueden atribuirse a este colectivo.
El debate sobre cómo regular el turismo en Venecia no es nuevo, pero sí se ha intensificado en los últimos años, especialmente desde que la UNESCO advirtiera en 2021 que la ciudad podría ser incluida en la lista de Patrimonio Mundial en peligro si no se actuaba con rapidez.
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