Política

Alemania

¿Qué está en juego en el Congreso de la CDU en Leipzig?

La debilidad de Annegret Kramp-Karrenbauer y los pactos con la ultraderecha marcan la cita anual de los democristianos alemanes

La líder de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, y la canciller Angela Merkel, ayer en Leipzig
La líder de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, y la canciller Angela Merkel, ayer en LeipzigMarkus SchreiberAP

¿Mantenerse en el centro o un giro a la derecha?

Como Angela Merkel, su sucesora y protegida, Annegret Kramp-Karrenbauer, más conocida como AKK, defiende el giro al centro que emprendió la canciller desde que sucedió a Helmut Kohl al frente del partido en el año 2000. Un rumbo que muestra sin complejos el lema elegido para el Congreso que arranca hoy en Leipzig (Sajonia), “El fuerte centro alemán”.

“Queremos dejar claro que, en un momento en el que nuestro país está cada vez más polarizado, el partido se enfrenta al desafío de mantener unida a la sociedad”, explicaba la víspera del congreso Paul Zemiak, el secretario general de la CDU.

Sin embargo, el sector más conservador, encabezado por Friedrich Merz, reclaman una vuelta a los valores tradicionales del partido para acabar con la fuga de votos hacia la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que humilló el 27 de octubre a los democristianos superándolos en votos en los comicios regionales de Turingia.

Los críticos, como el primer ministro de Sajonia, por el contrario, piden un rápido cambio de rumbo. “O cambiamos o la gente cambiará el Bundestag [Cámara Baja del Parlamento]”, advierte Michael Kretschmer al diario “Handelsblatt”, al tiempo que desmiente cualquier ambición por liderar el partido.

El “K-Frage”

Un año después de imponerse por la mínima a Merz como líder del partido, AKK es el blanco de todas las críticas entre sus compañeros, que la consideran la principal culpable de los malos resultados obtenidos por la CDU en las sucesivas elecciones europeas y en tres Estados federados del este del país (Sajonia, Brandeburgo y Turingia).

El sector crítico dentro de la formación conservadora, liderado de nuevo por Merz, quiere impedir a toda costa que AKK sea la candidata a la Cancillería en los comicios de 2021, a las que Merkel ya no concurrirá. Por eso, los rivales de Kramp-Karrenbauer la desafían a que esta decisión la tomen, como ocurre en el Partido Socialdemócrata (SPD), los militantes y no los 1.001 delegados del partido como ocurre ahora.

De ahí que la que se conoce como “K-Frage” (la cuestión de la candidatura) vaya a sobrevolar sobre un congreso que abrirán Merkel y la futura presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a la que ha sucedido AKK como ministra de Defensa desde el pasado verano. Los discursos posteriores de la presidenta del partido y de Merz servirán de termómetro de hasta dónde llega la batalla interna en la derecha alemana.

Los medios no descartan que, para no humillar a Kramp-Karrenbauer, la CDU termine cediendo la candidatura federal a un representante de su partido hermano de Baviera, la Unión Socialcristiana (CSU), como ya ocurrió en 2002, cuando Merkel optó por echarse a un lado para ver cómo Edmund Stoiber era derrotado por el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder.

Hoy en día un 70% de los alemanes no ve a AKK como futura canciller, según un reciente sondeo de la cadena pública ZDF

Pactar o no con la ultraderecha

En el congreso de hace un año, la Unión Cristianodemócrata se comprometió a no pactar con ningún partido extremista ni a la derecha ni a la izquierda del arco parlamentario, es decir, con Alternativa para Alemania ni con La Izquierda, el partido heredero del antiguo partido única de la RDA. Ésa ha sido la línea marcada por Merkel y su sucesora desde que AfD entró por primera vez en el Parlamento como tercera fuerza con 94 escaños y un 12,6% de votos en 2017. Constituida la Gran Coalición con el SPD, la ultraderecha lidera “de facto” la oposición en Alemania”.

Sin embargo, la constante caída electoral en las regiones de Alemania del Este, donde la extrema derecha es la segunda fuerza más votado, ha llevado a 17 diputados regionales a pedir que se explore una eventual colaboración con AfD. Una grieta en el cordón sanitario que mantienen todos los partidos democráticos con un grupo abiertamente xenófobo y antieuropeo que coquetea con el negacionismo del Holocausto.