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El Congreso inicia la acusación formal para destituir a Trump

La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, solicita que se redacten los cargos contra el inquilino de la Casa Blanca «por abuso de poder»

Nancy Pelosi Weekly Press Conference
La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi05/12/2019 ONLY FOR USE IN SPAINMichael BrochsteinMichael Brochstein

Casi todos los grandes acontecimientos políticos tienen un rostro.En el caso del posible «impeachment» del presidente Donald Trump nadie da la estampa del equipo contrario como la demócrata Nancy Pelosi. Ella fue quién dió luz verde al inicio del proceso y ella, en una rueda de prensa multitudinaria, la persona que un jueves 5 de diciembre de 2019 anunció que propondrá al presidente del Comité Judicial del Congreso, Jerry Nadler, que siga adelante con las acusaciones que conformarán el «impeachment» posiblemente en Navidades.

En un discurso donde no faltaron alusiones a 1776 y los padres fundadores, Pelosi dijo que «en el transcurso de los eventos de hoy, se hace necesario que abordemos, entre otros problemas, el fracaso del presidente a la hora de ejecutar fielmente la ley. Al elaborar la Constitución, los fundadores temían el regreso de una monarquía a Estados Unidos. Y después de haber combatido en una guerra de independencia, temían específicamente la posibilidad de un rey presidente corrompido por la influencia extranjera».

Apenas pocos minutos antes, Trump había disparado desde las redes sociales su absoluta confianza en la victoria y su profundo desdén por todo lo que está ocurriendo. «Los demócratas que No Hacen Nada tuvieron ayer un día históricamente malo en la Cámara. No tienen ningún caso de juicio político y están degradando a nuestro país. Pero nada les importa, se han vuelto locos. Por lo tanto, les digo, si me van a acusar, háganlo ahora, rápido, para que podamos tener un juicio en el Senado y para que nuestro país pueda volver a sus asuntos. Tendremos el testimonio de Schiff, los Biden, Pelosi y muchos más, y revelaremos, por primera vez, cuán corrupto es realmente nuestro sistema. Fui elegido para “limpiar el pantano”, ¡y eso es lo que estoy haciendo!».

«Nuestra democracia», le había respondido Pelosi, «es lo que está en juego. El presidente no nos deja otra opción que actuar porque está tratando de corromper, una vez más, las elecciones para su propio beneficio. El presidente ha abusado de su poder, ha socavado nuestra seguridad nacional y ha puesto en peligro la integridad de nuestras elecciones. Sus acciones desafían la visión de nuestros fundadores y el juramento del cargo que se hace para preservar, proteger y defender la Constitución de Estados Unidos».

Fue una aparición contundente, solemne, y por momentos incluso agria: cuando un periodista le preguntó a Pelosi si odia al presidente la veterana congresista le respondió que tuviera cuidado con ella. Y dijo más. Dijo que no odia a nadie. Negó radicalmente que la operación del «impeachment» esté relacionada con nada parecido a un ataque político explicó que, si bien considera que el presidente es «un cobarde cuando se trata de ayudar a nuestros niños, atemorizados por la violencia de las armas».

Al mismo tiempo opina que es alguien «cruel cuando no trata de ayudar a nuestros soñadores, de los que estamos muy orgullosos. Creo que niega la crisis climática». Sin embargo, en este caso, «se trata de las elecciones». Esto es, de cómo, en su opinión, habría maniobrado, en 2016 como candidato y ahora como presidente, para influir de forma espúrea en los procesos electorales.

Trump, entre tanto, opina que la oposición no tiene nada para acusarle y que abandonadas las «ridículas “cosas” de Mueller» ahora depositan sus esperanzas en «dos llamadas telefónicas totalmente apropiadas (perfectas) con el presidente ucraniano». Más importante, pronosticó que con este precedente el impeachment empezará a usarse «de forma rutinaria para atacar a los futuros presidentes». «Eso no es lo que nuestros Fundadores tenían en mente», concluyó, al tiempo que celebrara la unión de los republicanos.

Pelosi, cuando respondió al reportero, había aseverado que «se trata de la Constitución de Estados Unidos y de los hechos que llevaron a la violación del presidente de su juramento. Y como católica, me molesta que use la palabra ‘odio’ en una oración dirigida a mí. No odio a nadie. Rezo por el presidente todo el tiempo». Unas oraciones que Trump puso en duda: «Nancy Pelosi acaba de tener un ataque de nervios. Odia saber que pronto tendremos 182 nuevos jueces y después mucho más». «Dice que “ora por el Presidente”», remató, «No la creo, ni siquiera lejos. ¿Qué tal si ayudas a las personas sin hogar en tu distrito Nancy». Después de todo la pelota vuelve donde solía en 2016. Con Trump en modo ataque, siempre capaz de moldear los peores augurios en material favorable, y los demócratas a rebufo de un carisma que tiene muy poco que ver con los cauces y modos de la política convencional.

En un intento por no dilatar los tiempos, que favorecen al presidente, Pelosi rechaza acudir a los tribunales para dilucidar si fue o no legal la decisión de la Casa Blanca de boicotear comparecencias solicitadas por los Comités. Trump responde que sus argumentos no aguantaría el escrutinio de unos jueces independendientes. El peligro más evidente para los demócratas es que los electores moderados lleguen al otoño de 2020 cansados del proceso, mientras que Trump debe cuidarse de los destrozos en la imagen causados por un «impeachment» siempre susceptible de quemarle las manos.