Coronavirus

Comisión Europea

Bruselas alerta de nuevos brotes por la relajación del encierro

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, defiende la desescalada del confinamiento si la enfermedad remite "significativamente durante un tiempo sostenido”

La Comisión Europea intenta que en la estrategia de salida de las medidas de confinamiento no se vuelvan a repetir los mismos errores que durante la primera reacción a la pandemia, cuando la disparidad de las recetas y el caos fueron las notas dominantes dentro del club comunitario. Por eso, ha propuesto esta mañana un plan con recomendaciones para que las capitales coordinen su respuesta ya que las competencias pertenecen exclusivamente a los Estados miembros y los poderes de Bruselas son inexistentes. La Comisión Europea ha establecido tres criterios para que las autoridades públicas de cada país evalúen la necesidad o no de relajar las medidas de prevención de manera gradual.

En el documento presentado esta misma mañana en rueda de prensa por la presidenta de la Comisión, Ursula von de Leyen y el presidente del Consejo, Charles Michel, Bruselas considera que el primero de ellos debe estar basado en los datos epidemiológicos si se comprueba que “la extensión de la enfermedad ha disminuido significativamente durante un lapso sostenido en el tiempo”, algo que se puede verificar ante la reducción en el número de infecciones, hospitalizaciones y pacientes que permanecen en cuidados intensivos.

El segundo criterio debe estar basado en las propias capacidades sanitarias de cada Estado o región: unidades de cuidados intensivos, camas hospitalarias, personal sanitario con equipo de protección… Estas condiciones son indispensables, ya que tal como señala el documento, los diferentes sistemas de salud pueden enfrentarse a un nuevo aumento de casos con el cese progresivo de las medidas de confinamiento.

La tercera condición tiene que ver con la capacidad para valorar el resultado de las medidas a través de la realización de test a gran escala y medidas de trazabilidad. El objetivo es poder aislar a las personas afectadas y, en caso de rebrote de la epidemia, y a la vez saber el número de infectados ya recobrados y que, por lo tanto, son inmunes a la enfermedad.

En cuanto al uso de las mascarillas, Von der Leyen ha puntualizado que su utilización por parte del personal médico debe ser la prioridad antes de que se haga extensivo su uso al resto de la población, si no existe el suficiente número de unidades, y ha recalcado que su utilización no puede sustituir el resto de las medidas preventivas.

El Ejecutivo comunitario tenía previsto presentar esta estrategia de salida la semana pasada, pero el malestar de algunas capitales hizo que tuviera que retrasar esta iniciativa. Consciente de que pisa terreno minado, Von der Leyen ha señalado hoy en rueda de prensa que “esta hoja de ruta no es una señal de que las medidas de contención puedan levantarse a partir de ahora sino que pretende proporcionar un marco para las decisiones de los Estados miembros”.

Bruselas intenta alcanzar un difícil equilibrio. En el documento presentado esta mañana se asegura que “las medidas restrictivas adoptadas por los Estados miembros han sido cruciales para reducir el número de nuevas infecciones”, pero “tienen un coste enorme”.

Sobre las consecuencias económicas de esta pandemia, Von der Leyen ha defendido la necesidad de un un nuevo Plan Marshall a través de grandes inversiones públicas y privadas. Las capitales europeas, sin embargo, están divididas sobre el instrumento que debe ser utilizado dentro de este plan de reconstrucción, con los famosos coronabonos- emisión temporal de deuda conjunta- como madre de todas las batallas. Von der Leyen, en línea con los postulados alemanes, ha defendido que sea el nuevo marco financiero 2021-27 “la clave” para este mecanismo.

Está previsto que el ejecutivo comunitario presente un nueva propuesta que pueda movilizar mucho más dinero del inicialmente previsto antes de la pandemia.