Sucesos
Trump contra Twitter
El presidente de EE UU profundiza la confrontación como estrategia para la campaña presidencial
No sorprende que el presidente de EE UU, Donald Trump, continúe y profundice la confrontación como estrategia para la campaña presidencial. Esta vez le ha tocado a su red social favorita, Twitter. En si mismo, la disputa resulta paradójica. Precisamente Twitter se ha convertido para Trump en una fuente de información que le permite dos cosas instantáneas: en primer lugar, mantener un contacto permanente con sus electores más fieles. En segundo lugar, la oportunidad de saltar filtros mediáticos, no solamente informando, atacando y persuadiendo sin intermediarios, sino marcando la agenda de la opinión pública, también a partir de los titulares que genera gracias a sus mensajes de pocos caracteres.
Trump ha sido víctima de la nueva política de verificación de afirmaciones de Twitter. La causa fue el siguiente mensaje en esa red social: «NO HAY FORMA (¡CERO!) de que las papeletas por correo no sean fraudulentas. Robarán los buzones, falsificarán las papeletas, las imprimirán ilegalmente y las firmarán de manera fraudulenta». El mensaje ha sido etiquetado por la plataforma como «ausente de fundamento». El magnate presidente no esperó mucho en contraatacar: «Twitter atenta en contra del principio de libertad de expresión», principio consagrado en la constitución de Estados Unidos, y permanentemente citado por medios, periodistas y políticos.
Para determinar si en realidad hay o no un atentado en contra de la libertad de expresión, sería pertinente definir y concebir la esfera y el propósito de Twitter. Ciertamente, la plataforma no puede servir de instrumento para fomentar la violencia, el caos o, por ejemplo, un ataque terrorista. Sin embargo, ¿tiene derecho a valorar la opinión de una persona –sea o no influyente– catalogando un mensaje de falso o engañoso? No parece que lo tuviera. En este caso concreto, se trata de una visión que tiene el presidente con respecto a un tema coyuntural y electoral. La decisión finalmente sobre la credibilidad del mensaje corresponde a los electores, no a una plataforma digital que sirve de instrumento de comunicación.
Adicionalmente, en época electoral, la acción de Twitter resulta sospechosa. ¿Cómo afirmar que no se trata de un juego político? ¿Cómo se puede saber que no se trata de un movimiento táctico para intentar socavar la reputación del presidente en plena campaña? Todo, o casi todo, lo que ocurra desde lo político en este 2020 deberá verse bajo esa perspectiva; cualquier actor que mueva fichas puntuales a favor o en contra de algún candidato deberá ser considerado como parte activa de la campaña donde probablemente esté trabajando para alcanzar ciertos objetivos.
Aunque la campaña parece gris y descontinuada por culpa del coronavirus, y aunque no parece que estemos todavía en tiempo electoral, lo cierto es que la actual Administración que despacha desde la Casa Blanca, no desperdiciará ninguna oportunidad en continuar con la estrategia de confrontación que ya nos tiene acostumbrados. Mientras nos acerquemos a noviembre, la polarización seguirá en aumento.
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