Europa

Los estudiantes derrotan al elitista algoritmo de la selectividad de Johnson

La fórmula matemática para poner las calificaciones favorecía a los colegios privados frente a los de barrios más degradados

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El algoritmo diseñado para calcular la nota de selectividad ante la ausencia de exámenes que dejó la pandemia ha sumido al Gobierno de Boris Johnson en una nueva crisis. Desde el brote de covid-19, la popularidad del primer ministro se ha visto mermada en los sondeos hasta tocar mínimos históricos.

Y el hecho de que ahora haya tenido que dar un volantazo sin precedentes para que sean finalmente los maestros y no una fórmula matemática los que tengan la última palabra en las calificaciones cuestiona de nuevo su gestión. El fiasco educativo es un duro varapalo político y expone las desigualdades sociales en Reino Unido.

Todo comenzó la semana pasada, cuando los alumnos recibieron las notas de los A-Levels (el equivalente a la selectividad) y descubrieron que casi el 40% obtuvo una evaluación muy inferior a la estimación que habían realizado los maestros. La pandemia había obligado a cerrar los centros y cancelar los exámenes. Y, como alternativa, el Ejecutivo había encargado al ente público Ofqual (responsable de las reglas generales de cualificaciones) un método para calcular las notas.

Pero el algoritmo estaba cargado de polémica porque, en vez de la evolución del estudiante, tenía en cuenta otros factores externos, como el historial del centro educativo en cada una de las asignaturas. Y esto, entre otros, provocó una gran brecha entre los distintos colegios –favoreciendo a los privados– y perjudicando a los alumnos más brillantes de escuelas de bajo rendimiento.

La semana pasada, la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon –que tiene sus propias competencias en Educación– fue la primera en pedir perdón y cambiar de sistema de evaluación.

Mientras, el Gobierno central permaneció impasible. Pero tras las manifestaciones estudiantiles en Inglaterra, el titular de Educación, Gavin Williamson, tras repetir que no cambiaría nada, se vio obligado a rectificar. Alrededor de 25 conservadores, incluidos dos miembros del Gabinete, criticaron públicamente el polémico algoritmo pidiendo a Williamson que siguiera los pasos de Escocia, Gales e Irlanda del Norte. «Trabajamos con Ofqual para construir el modelo más justo posible, pero está claro que el proceso de asignación de calificaciones ha dado como resultado inconsistencias», anunció Williamson. «Lamento la angustia que esto ha causado a los jóvenes y sus padres, pero espero que ahora tengan la certeza y tranquilidad que merecen», añadía.

Durante toda la polémica, Johnson ha estado completamente ausente disfrutando de sus recién estrenadas vacaciones y baja de paternidad. Fuentes gubernamentales insisten en que Williamson tiene el apoyo del «premier». Pero se da prácticamente por hecho que su carrera política del ministro de Educación tiene los días contados.

El politólogo Tim Bale, de la Universidad Queen Mary de Londres, señala que la marcha atrás del Gobierno «habla» de la «absoluta incompetencia del liderazgo de Boris Johnson». «La pandemia ha puesto de manifiesto las enormes desigualdades de la sociedad británica, particularmente en cuanto a la sanidad y la educación: la gente de clase media con empleos seguros y sus familias han resultado menos afectadas que la gente de clase trabajadora con empleos menos seguros», agrega Bale.