Elecciones en EEUU 2020

¿Qué hay que fijarse del primer debate presidencial entre Trump y Biden?

Los candidatos cuentan con 90 minutos de televisión en directo para movilizar el voto. El presidente busca reducir la ventaja de su rival demócrata

El presidente Trump y la primera dama Melania se dirigen al helicóptero para volar a la base aérea para volar a Cleveland para el primer debate televisivo
El presidente Trump y la primera dama Melania se dirigen al helicóptero para volar a la base aérea para volar a Cleveland para el primer debate televisivoCarolyn KasterAP

Los candidatos a la presidencia de EEUU no pueden darse la mano ni contar con la asistencia del habitual gran público que reacciona a sus interacciones. Cleveland, en Ohio, reúne tan sólo a un reducido grupo de 70 personas, socialmente distanciadas, en el gran evento que se emite en directo desde la Universidad Case Western Reservedonde, por primera vez también, se realizan pruebas de COVID19 antes de acceder al recinto y nuevos protocolos de seguridad sanitaria.

Ya en directo, a partir de las 21h de la Costa Este de EEUU, el debate tiene una duración de 90 minutos, divididos en seis bloques de 15 minutos cada uno, sin cortes publicitarios. Los temas del primer cara a cara entre los candidatos presidenciales, según adelantó la Comisión de Debates Presidenciales, son “la pandemia de coronavirus”, sus efectos sobre “la economía”, “raza y violencia en nuestras ciudades”, la “integridad de las elecciones”, y “los registros de Trump y Biden”.

Con toda probabilidad, el presidente Donald Trump se enfrenta, en su primer cara a cara con el candidato demócrata, a uno de los mayores desafíos de su mandato, teniendo que dar respuesta a la gestión de la pandemia de coronavirus, a los graves efectos del brote sobre la economía del país y también a su desempeño personal, salpicado hace apenas unas horas por el escándalo de su escasa contribución de impuestos.

Éste ha sido un 2020 electoral atípico, marcado por la propagación del virus en primavera, las protestas raciales en verano y el escándalo sobre los impuestos de Trump en un otoño que acaba de comenzar. Termina septiembre, llega octubre y, con el último trimestre del año, la recta final de la campaña electoral.

Acontecimientos extraordinarios han delimitado una agenda virtual sin precedentes en la que los republicanos han tratado de demostrar, en persona y sin mascarilla, que el virus que golpea con fuerza el país no es tan agresivo, a pesar de haber superado ya las 205.000 víctimas mortales y los 7 millones y medio de infectados; y los demócratas han intentado dejar a Trump solo en primera línea política, manteniendo un discreto segundo plano con eventos virtuales, distanciamiento social y mascarillas.

Aunque, según avala la tradición, cuando un candidato a la presidencia de EEUU establece cierta ventaja respecto a su adversario, rara vez cambia esa tendencia en las últimas semanas.

Si bien es cierto que tras las convenciones nacionales de ambos partidos hace un mes cambiaron ligeramente los resultados de las encuestas, recortando la amplia distancia que meses anteriores había obtenido Joe Biden respecto a Donald Trump, poco o nada se han movido las cifras desde entonces. El demócrata mantiene su liderazgo con un 54% en los sondeos, frente al 46% de apoyo del republicano, según las últimas encuestas.

Dos días antes del esperado enfrentamiento, el New York Times publicó el resultado de una larga investigación sobre la declaración de impuestos del presidente estadounidense. La información del rotativo dio a conocer que Trump pagó apenas 750 dólares en impuestos federales sobre la renta de 2016 y 2017, el mismo año en que se mudó a la Casa Blanca, y que, además, durante once años no pagó absolutamente nada. El Times también asegura en su pesquisa que Trump y sus sociedades de cartera deben cientos de millones de dólares en deudas por varias propiedades, incluida una hipoteca de 100 millones de dólares en el espacio comercial en la Torre Trump de Nueva York.

Una sorprendente revelación que acaparaba todas las portadas la jornada previa al debate presidencial y cuya réplica puede convertirse en noticia de actualidad a debatir. Aunque la noche está abierta siempre a sorpresas del directo. Biden augura los ataques de Trump, con quien imagina que será difícil debatir porque el demócrata predice que “estará gritando” todo el rato.

Trump, a quien se le dan bien los debates, aprovecha cada oportunidad para ganarle terreno a Biden, especialmente en este formato. Su equipo de campaña ha invertido millones de dólares en publicidad durante esta contienda electoral intentando demostrar que Joe Biden, a sus casi 78 años, tiene demencia senil. Donald Trump, con 74 años, ha aprovechado cada tropiezo verbal del demócrata, a menudo con imágenes editadas o sacadas de contexto, para sugerir que el ex vicepresidente no está capacitado para el cargo de presidente de EEUU.

Toda la atención esta semana está puesta en esta cita histórica del primer debate presidencial televisado de las elecciones generales en Estados Unidos, cuyo origen se remonta a 1960. El 26 de septiembre de ese año, John F. Kennedy y Richard Nixon se enfrentaron cara a cara en Chicago.

Si bien la tradición demuestra, desde entonces, que quien gana el debate no necesariamente gana también las elecciones, este espectáculo televisivo es una cita trascendental e ineludible, que da la vuelta al mundo.