Europa

Revoluciones y conflictos congelados en el patio trasero de Putin

A las protestas en Bielorrusia y Kirguistán, se une la disputa entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaja heredada de la era soviética

Manifestación de la oposición bielorrusa en Minsk el pasado agosto
Manifestación de la oposición bielorrusa en Minsk el pasado agostoYAUHEN YERCHAKAgencia EFE

Gran parte del espacio ex soviético no ha dejado de ser un vasto territorio convulso desde que la URSS desapareciera en 1991. En apenas 30 años, las revoluciones han ido cambiando de país, instalándose en algunos de ellos en repetidas ocasiones, como es el caso de Ucrania o Kirguistán, buscando una democracia a la occidental. Países que no existían antes de la Revolución de 1917 como Bielorrusia celebran manifestaciones continuadas desde agosto para echar del poder a su presidente, Alexander Lukashenko.

Algunas de las ex repúblicas soviéticas siguen siendo zonas calientes por no haber podido resolver unos conflictos territoriales que se remontan, en algunos casos, a la época del imperio ruso, como el conflicto de Nagorno Karabaj, en donde los zares no pudieron poner paz a las tensiones surgidas en la convivencia entre una mayoría étnica de armenios cristianos y una minoría turca musulmana. O más recientes en el tiempo, como es el caso de Transnistria, donde estalló en 1990 una guerra civil que todavía humea, tras declarar una independencia «no reconocida oficialmente».

Podemos decir que la zona de influencia de Rusia se encuentra en estos momentos en plena ebullición, ya que tres de los cuatro grandes aliados de Moscú: Kirguistán, Bielorrusia y Armenia (el otro es Kazajistán) han perdido la estabilidad que gozaban hasta ahora.

Bielorrusia

El primer terremoto se produjo el 9 de agosto, cuando Bielorrusia acudía a las urnas con Lukashenko como favorito indiscutible tras 26 años dirigiendo el país con mano de hierro. La oposición, encabezada por Svetlana Tijanovskaya, llegaba como la opción más seguida tras aglutinar a decenas de miles de ciudadanos en sus mítines.

La jugada de encarcelar a los principales candidatos (incluido el marido de Tijanovskaya) le salió mal al eterno presidente y la población salió en masa a las calles para protestar por el resultado de las elecciones. Tras semanas de protestas y férrea respuesta por parte del poder, la situación en Bielorrusia sigue sin resolverse.

Los guiños del presidente a la oposición a modo de propuesta para reformar la Constitución y encuentros en las cárceles con los detenidos antes de liberar a algunos de sus líderes han servido de poco, con Tijanovskaya todavía refugiada en Lituania y la Unión Europea a punto de poner en marcha sanciones contra el régimen de Minsk.

Putin, consciente de ser el único apoyo con el que cuenta Lukashenko, no dudó en salir a su rescate a pesar del chaparrón de críticas que estaba recibiendo el líder bielorruso.

Según el acuerdo alcanzado, Rusia se comprometía el pasado 14 de septiembre en refinanciar la deuda de su vecino con un nuevo préstamo de 1.500 millones de dólares y varios acuerdos que abarcan desde el sanitario al apoyo militar, reconociendo a Lukashenko como su principal aliado en el este de Europa y dándole a Bielorrusia la estabilidad necesaria para no convertirse en otra Ucrania.

Nagorno Karabaj

Poco después, estallaba el conflicto entre Azerbaiyán y Armeenia. El 27 de septiembre volvían a escucharse las bombas en Nagorno Karabaj en una guerra que se reactiva cada 30 años y que tiene pocas posibilidades de terminarse, para tristeza de Moscú, que ve cómo dos países con los que mantiene una excelente relación discuten sus diferencias a fuego cruzado.

Armenia es su socio estratégico en el Cáucaso y gracias a este país conserva, en cierta forma, su hegemonía en la zona. Rusia y Armenia son socios de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y cualquier agresión activaría la movilización de todos los integrantes del Tratado, incluida Rusia, que no desea crear un nuevo foco de conflicto en la zona, sobre todo porque la relación con Azerbaiyán es buena y porque entrar en guerra supondría la respuesta de Turquía. Está en vigor un alto el fuego que parece que nadie ha respetado

Conflicto Nagorno Karabaj
Conflicto Nagorno KarabajTeresa Gallardo

Kiguistán

El tercer país en problemas es Kirguistán. Su presidente, Sooronbai Jeenbekov, anunció su dimisión tras diez días de protestas por los resultados de las elecciones parlamentarias, que favorecen a dos partidos Jeenbekov, tercer presidente derrocado en un levantamiento popular desde 2005, aseguró que quería evitar enfrentamientos entre las Fuerzas de Seguridad y los manifestantes.

El Kremlin pidió desde el primer momento una solución pacífica al conflicto, consciente de la importancia estratégica del país amigo y principal socio en Asia Central, que comparte la mayor parte de sus fronteras con China.