Bielorrusia

Lukashenko, el último dictador de Europa, se asegura su sexta victoria consecutiva

Los sondeos le otorgan una amplia ventaja tras el veto de dos de los principales rivales

La aparente calma tensa que se vive estos días en Bielorrusia ha saltado por los aires a menos de dos semanas de las elecciones presidenciales. El Servicio de Seguridad de Bielorrusia (todavía llamado KGB) informó ayer de la detención durante la madrugada anterior de 33 supuestos mercenarios de nacionalidad rusa que presuntamente se habrían trasladado a ese país con la misión de desestabilizar los comicios del próximo 9 de agosto y sembrar el caos.

Según la agencia estatal de noticias bielorrusa Belta, los componentes del grupo, detenidos a las afueras de Minsk, pertenecerían supuestamente a la compañía militar privada «Wagner», propiedad del oligarca ruso Evguenii Prigozhin y conocida por su participación en el conflicto sirio y por el apoyo brindado al Ejército de Liberación Nacional de Libia. Según la misma agencia de noticias, los servicios secretos bielorrusos tendrían constancia de la llegada al país el pasado 25 de julio de más de 200 mercenarios con el objetivo de desestabilizar las principales ciudades de Bielorrusia antes de los comicios presidenciales, aunque fuentes oficiales rusas anunciaron que no habían sido informadas de dichas detenciones.

No es la primera acusación del Gobierno bielorruso a su vecina Rusia de desestabilizar la presidencia de Aleksandr Lukashenko, que dirige esta ex república soviética con mano de hierro desde 1994 y al que se le conoce ya como «el último dictador de Europa».

El pasado mes de junio, el exbanquero Viktor Babariko, principal rival del presidente bielorruso en las elecciones y con el aval de 435.000 firmas, fue detenido mientras Lukashenko anunciaba que había abortado «un gran plan de desestabilización» del país, acusando a Moscú de estar detrás de esas supuestas acciones. El otro gran candidato de la oposición, Valery Tsepkalo, tuvo que huir el pasado día 24 de julio a Rusia con sus hijos después de haber recibido información de las fuerzas de seguridad del país en la que le avisaban de una inminente detención.

El pasado 14 de julio, la Comisión Electoral Central dio a conocer el listado oficial de candidatos a la Presidencia de Bielorrusia, Viktor Babariko y Valery Tsepkalo quedaron fuera. Desde entonces las manifestaciones en el país han ido en aumento para apoyar a los candidatos defenestrados, lo que ha provocado más de quinientas detenciones sólo en el último mes y las críticas intrernacionales. Los cuatro aspirantes admitidos no podrán rebajar una previsible mayoría aplastante de Lukashenko. Según los últimos sondeos dados a conocer en el día de ayer por el canal de televisión público ONT, Aleksandr Lukashenko obtendría el 72,3% de los votos, Svetlana Tijanovskaya, esposa del blogero Serguey Tijanovsky, arrestado el pasado mes de mayo, recibiría el 7,5% de los sufragios. La candidata del Partido de Unidad Civil, Anna Kanopatskaya, el 1,6%. Andrey Dmitriev, el 0,7%. Serguey Cherechnya, el 0,2%y la opción de voto «contra todos» recibiría el 3,7% de los apoyos.

Con poco margen para las sorpresas, Lukashenko volvería a ganar con una amplia mayoría unos comicios presidenciales hechos a su medida y en los que un alto porcentaje de votantes todavía no había nacido cuando este llegó al poder en 1994. La crisis económica que sufre el país y la gestión de la pandemia del nuevo coronavirus, por la que ha sido duramente criticado Lukashenko, no parecen suponer una amenaza para el eterno presidente, quien ha admitido que ha superado la enfermedad recientemente a pesar de haberse burlado del virus en los inicios de la crisis sanitaria. El dictador bielorruso había defendido que se tratase la covid-19 con vodka y sesiones de sauna.

Las esencias de la URSS

Si nada cambia de forma significativa, estos serían los sextos comicios ganados por amplia mayoría desde que llegara al poder en 1994 como candidato populista después de haber pertenecido al Partido Comunista de la antigua Unión Soviética. Fue en 1991, aun militando en este partido, cuando se convirtió en el único parlamentario bielorruso que votó en contra de la ratificación del Tratado de Belavezha, que aceleró el final de la Unión Soviética estableciendo la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Su discurso anticorrupción y sus propuestas de acercamiento a Rusia le dieron el respaldo de una desencantada población hace ya más de dos décadas.

Desde entonces Bielorrusia ha sido el único país nacido después de la Unión Soviética que más ha hecho por mantener su legado, mientras Lukashenko ha intentado mantener el equilibrio entre la Unión Europea y Rusia, por un lado, firmando convenios con Bruselas y por otro formando parte de la Unión Euroasiática promovida por el presidente ruso, Vladímir Putin, que ha eliminado fronteras y aranceles entre Bielorrusia, Rusia y Kazajistán para crear un mercado único.