Islam
Francia-Islam: Detener la escalada
Ankara ha aprovechado para presionar a Francia y crear una desviación frente a la Unión Europea
Desde el discurso de Emmanuel Macron en el funeral de un profesor decapitado, Internet ha entrado en un estado de confusión. Algunos condenan las palabras del presidente, otros van más allá y piden un boicot a los productos franceses. ¿Fueron tan islamófobas las palabras del presidente francés?
En verdad, ha generado mucha incomodidad al afirmar que “el Islam está en crisis”, una realidad en numerosos lugares, compartida por muchos musulmanes, que, sin embargo, no quieren que otros se involucren y especialmente no el líder de un estado secular.
Además, la mayor parte del discurso de la Sorbona se dedicó al secularismo y su defensa, un principio esencial en la historia de Francia porque permitió poner fin a las disputas religiosas. Es en este marco que existe el derecho a la blasfemia.
La emoción que despierta este discurso es exagerada y oculta mal las consideraciones geopolíticas, en particular para Turquía, involucrada en varios conflictos y cuyos desacuerdos con París son cada vez mayores. Ankara ha aprovechado este tema del Islam para presionar a Francia y crear una desviación frente a la Unión Europea, tentada a endurecer el tono del conflicto turco-griego.
Más allá de estas consideraciones, la sociedad francesa ha tenido un gran fracaso en sus políticas de integración. La guetización de facto dificulta la integración simple y hace ilusoria cualquier asimilación. Algunas corrientes regresivas añaden más leña al fuego, algunas provocan islamofobia, otras apoyan el extremismo.
Pero no se puede acusar al estado francés de racismo sistémico. Uno de los errores es querer interferir en la organización del culto musulmán. Esto es un error porque el estado secular no está equipado para hacerlo y crea tensiones innecesarias. Por tanto, prohibir la financiación extranjera significa financiar el culto, lo que va en contra de la constitución.
Todos estos aspectos son franco-franceses. La emigración masiva de las últimas décadas, el desempleo endémico, ha propiciado sentimientos de exclusión exacerbados por la retórica de extrema derecha. Desafortunadamente, este tema social se ha convertido en un tema político y electoral. Incluso puede ser el tema principal de las próximas elecciones presidenciales. La tormenta actual no es muy racional. Confirma parte de la opinión pública musulmana en el rechazo de la alteridad considerada automáticamente belicosa.
Ésta no es la forma de razonar. Debemos fortalecer los intercambios entre civilizaciones, culturas y religiones para poder construir un mundo de paz donde la globalización ya no se limite a la circulación de mercancías. La rigidez del pensamiento no es, ahora mismo, la dirección correcta para reconducir este problema.
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