Birmania

Quiénes son los rohinyás y por qué se les persigue

Considerados extranjeros, sufren múltiples formas de discriminación: no pueden trabajar, casarse ni estudiar

FILE PHOTO: Rohingya refugees sit on wooden benches of a navy vessel on their way to the Bhasan Char island in Noakhali district, Bangladesh, December 29, 2020. REUTERS/Mohammad Ponir Hossain/File Photo
FILE PHOTO: Rohingya refugees sit on wooden benches of a navy vessel on their way to the Bhasan Char island in Noakhali district, Bangladesh, December 29, 2020. REUTERS/Mohammad Ponir Hossain/File PhotoMOHAMMAD PONIR HOSSAINREUTERS

Los rohinyás son, según la ONU, el pueblo más perseguido del mundo. Estos musulmanes suníes hablan un dialecto bengalí que se usa en el sureste de Bangladesh, de donde son. El casi millón de personas que conforman su población vivía en el estado de Rakáin, en el noroeste de Birmania, pero son apátridas y Birmania les niega la ciudadanía. La Ley de Nacionalidad Birmana de 1982 especifica que solo los grupos étnicos que puedan demostrar su presencia en el territorio antes de 1823, fecha de la primera guerra anglo-birmana, pueden obtener la nacionalidad birmana. Los representantes rohinyá mantienen que estaban allí mucho antes de esa fecha. Su origen no está claro: algunos historiadores asumen que siempre han vivido en el estado de Rakáin y se convirtieron al islam hace casi 1.000 años, otros afirman que son descendientes de bengalíes.

Lo que sí está claro es que miles de ellos han huido del país en los últimos años por mar para llegar a Malasia o Indonesia. Otros han optado por huir a Bangladesh, sobre todo desde la crisis de 2017.

Extranjeros en su país

Considerados extranjeros en Birmania, los rohinyá sufren múltiples formas de discriminación: no pueden trabajar, casarse ni tienen ciudadanía ni derechos. No pueden votar, no tienen acceso a la educación y no tienen derecho a salir de su estado. Sus lugares de culto son destruidos. Sus casas, consideradas ilegales, pueden ser destruidas o confiscadas sin previo aviso, lo que también ocurre con todas sus propiedades. Y aun así tienen que pagar impuestos adicionales. El Gobierno manipula a su antojo los registros de nacimientos y defunciones de los rohinyás. Su patrimonio cultural ha sido prácticamente destruido.

Cientos de miles de rohinyás viven ahora en campamentos, el resto está escondido en sus aldeas controladas por la policía. Casi 140.000 personas han sido trasladadas a campamentos de desplazados internos construidos alrededor de Sittwe, la capital de Rakáin. En 26 km2, los refugiados están hacinados y viven en la pobreza extrema. El régimen obstaculiza regularmente el trabajo de las organizaciones humanitarias. Cada año, miles de rohinyás huyen de estos abusos utilizando contrabandistas para salir del país.

El origen

Desde 2011, y la disolución de la junta militar que gobernó el país durante casi medio siglo, las tensiones entre comunidades han aumentado. Un poderoso movimiento de monjes nacionalistas no ha cesado en los últimos años de incitar al odio, creyendo que los musulmanes representan una amenaza para Birmania, un país mayoritariamente budista.

En junio de 2012, un hombre rohinyá fue acusado de violar a una mujer birmana. Este será el punto de partida de una campaña de limpieza étnica en Rakain. El régimen birmano es acusado de haber participado o facilitado un “crimen de lesa humanidad”. Se destruyeron mezquitas, hubo oleadas de detenciones acompañadas de violencia y se bloqueó el acceso de las agencias de ayuda a los musulmanes desplazados.

Pero aunque ya en el pasado habían sufrido persecuciones, la crisis llegó en agosto de 2017 con el estallido de una nueva oleada de violencia en la zona causada por repetidos ataques militares que obligó a una huida masiva hacia la vecina Bangladesh. Los rebeldes rohinyá atacaron comisarías de policía y del ejército y los militares aprovecharon la oportunidad, El Gobierno justificó la ofensiva militar por la amenaza creciente de “terrorismo islámico” en el estado de Rakáin. Los militares se excusaron en la dificultad para distinguir entre civiles y militantes, pero una serie de informes revelaron que el ejército efectivamente atacó indiscriminadamente a civiles. Violaciones, asesinatos, pueblos incendiados...el manejo de Aung Saan Suu Kyi de la crisis rohinyá recibió fuertes críticas de la comunidad internacional empañó su imagen.

Para volver a Birmania, aquellos que han huido exigen el reconocimiento como ciudadanos de Birmania, una compensación por sus bienes que han sido destruidos y una compensación por las penurias que han sufrido. También exigen la garantía de que pueden vivir de manera segura, legal y pacífica en el país. Pero es poco probable que Birmania cumpla con estas demandas.