Crisis cubana

Cuba: ¿qué viene ahora?

Elías Amor, presidente de la Unión Liberal Cubana, asegura que los cubanos se han visto empobrecidos porque los salarios que perciben no pueden competir con una inflación de tres dígitos generada por el descontrol

Un hombre es arrestado durante un acto de apoyo a la revolución ayer, en La Habana por gritar "Patria y Vida"
Un hombre es arrestado durante un acto de apoyo a la revolución ayer, en La Habana por gritar "Patria y Vida"Ernesto MastrascusaEFE

El domingo 11 de julio se despertó un sentimiento de protesta social, nunca antes conocido en Cuba en 63 años de régimen comunista, y que se explica principalmente por el fracaso de la Tarea Ordenamiento, un plan de medidas económicas, implantadas por el gobierno desde el 1 de enero, y que ha venido a trastocar el panorama económico y social del país.

La Tarea Ordenamiento buscaba la unificación de las dos monedas en circulación en una sola, el peso cubano, y fijar un tipo de cambio único con las divisas. Pero, además, planteó incrementos de salarios al margen de la productividad, métodos de fijación de precios para las empresas y reducción de subsidios y gratuidades, entre otras medidas. Demasiada medicina para tomarla de una sola vez.

Como consecuencia del tratamiento, los cubanos se han visto empobrecidos porque los salarios que perciben no pueden competir con una inflación de tres dígitos generada por el descontrol. Al mismo tiempo se han creado graves problemas de solvencia a las empresas que no pueden trasladar los aumentos de costes a los precios, y se han roto los equilibrios, tanto interno (déficit público ronda el 30% del PIB) como externo (balanza corriente, ausencia de divisas) a lo que se ha unido una extraordinaria falta de alimentos y productos básicos.

Este ha sido, en líneas generales, el balance de la Tarea Ordenamiento cuya adopción fue obligada por criterios políticos e ideológicos, había que llevar la medida al séptimo congreso comunista celebrado en mayo, sin tener en cuenta las circunstancias específicas de la coyuntura y las graves carencias estructurales del modelo económico y social.

Díaz Canel se salió con la suya, y cumplió con el mandato del partido único, pero ha llevado a los cubanos a una situación agónica, en la que la economía está colapsada y lo que es peor, carece de medios para resolver los problemas, porque no se acepta que el modelo económico ha llegado a su fin, que está obsoleto y que es inservible. Para mayor inri, no reconoce el fracaso y atribuye toda la responsabilidad al embargo/bloqueo de Estados Unidos.

En líneas generales, esto es lo que está pasando en Cuba en este momento. Un régimen que nunca imaginó un estallido social como el que recorre la Isla de San Antonio a Maisí, con la gente lanzando proclamas que vienen a describir de manera fiel el estado de las cosas: “No al comunismo”, “Libertad”, “Democracia”, No tenemos miedo”, “Si se puede”. En cuestión de días, la sociedad cubana ha despertado de un letargo que venía impuesto por medidas de control social y represión que la gravedad de la crisis económica simplemente ha roto.

La gran pregunta que todos queremos responder en este momento es qué viene ahora y, sobre todo, qué reacciones puede tener el régimen y la gente, en general.

De un lado, las protestas sociales van a continuar, porque los aspectos económicos que han echado a la gente a la calle no se resuelven con parches y ayudas dentro del modelo social comunista, como la libre importación por viajeros, de alimentos, productos de aseo y medicamentos (como acaban de autorizar), sino que hay que avanzar hacia las reformas jurídicas en el marco de los derechos de propiedad y el mercado. El colapso de la economía cubana es una realidad y superarlo exige medidas de alcance. Los manifestantes no se encuentran organizados. Las protestas han sido espontáneas con la participación de todos los colectivos sociales, difundiendo con sus celulares las imágenes en tiempo real de lo que está ocurriendo en el país. Continuarán.

De otro lado, parece evidente que el gobierno, encabezado por Díaz Canel, no quiere negociar, considera “enemigos” a los ciudadanos que se manifiestan de forma pacífica, y por ello, su reacción inmediata ha sido sacar a las calles a los órganos de represión (policía, seguridad del estado, paramilitares, organizaciones de masas, etc.). Sus posiciones han quedado muy claras en el espacio televisivo Mesa redonda del miércoles. Más represión, más control, y una aplicación estricta de la ley para poner fin a lo calificó de “disturbios”.

Esta visión de la cúpula del régimen parece dirigida a frenar cualquier apertura o diálogo que pudiera facilitar una transición. Lo que parece confirmado es que la movilización de los cuerpos de seguridad seguirá provocando daños en los manifestantes, que las detenciones con paradero desconocido van a seguir, pero la gente no está dispuesta a ceder. Se ha enviado a prisión a centenares de personas, incluso se ha facilitado la cifra de un fallecido, pero el pueblo sigue en la calle, las protestas resisten, y esto supone que el gobierno de Díaz Canel no ha elegido la vía correcta.

El destino de Cuba no está escrito, pero después del 11 de julio de 2021 algo ha cambiado por mucho que los dirigentes comunistas no quieran entrar en razón. El pueblo les indicará el camino.