Análisis
Afganistán: Una guerra abierta entre yihadistas
La venganza del ISIS (O Daesh) estaba cantada y desde hace días, los expertos advertían de que el ataque era inminente.
El Estado Islámico, a través del ISPK, su franquicia en la “wilaya” (provincia) de Khorasan (Pakistán y Afganistán), no había sumido la autoría del doble atentado suicida de Kabul, pero todo parece indicar que estos terroristas han sido los autores. Sobre todo, después de que ayer se conociera que uno de sus máximos cabecillas había sido detenido por los talibanes, precisamente para tratar, o al menos eso se decía, de evitar acciones criminales en el aeropuerto de Kabul o sus alrededores.
La venganza de Isis (o Daesh, como también se denomina al Estado Islámico) estaba cantada y, desde hace días, los expertos advertían de que el ataque era inminente.
Los yihadistas tenían que desviar el foco informativo de la victoria obtenida por los talibanes en su “guerra relámpago” y la mejor manera de hacerlo era con un atentado en una zona en la que, precisamente, están centradas las miradas de medio mundo.
Hasta aquí algo que parecía “cantado”. Pero la experiencia demuestra que los atentados ocurren cuando los terroristas pueden cometerlos, no cuando se espera su presencia, ya que se adoptan las medidas de seguridad para prevenirlos.
Habrá que esperar a conocer los detalles de lo ocurrido y a la reivindicación de estos hechos que pueda hacer Isis, que, dada su magnitud mediática, se extenderá en explicaciones (si han sido ellos, como parece).
Pero conviene reflexionar sobre a quiénes benefician las acciones criminales perpetradas. Lo que está claro que, en lo que se refiere a la salida de Afganistán de nacionales amenazados por los talibanes, va a haber un antes y un después. Alemania ya ha anunciado que suspende los vuelos y hay que estar atento para ver qué hacen los demás países de la Coalición Internacional, en especial los Estados Unidos, que tiene varias víctimas entre los afectados por los atentados.
Cualquier finalización anticipada de las operaciones de rescate será acogida con indisimulado gozo por los talibanes, para los que tiene que ser un “trago” ver salir delante de sus narices a personas a las que les gustaría ajustar las cuentas por su colaboración con los países de la citada coalición.
Los suicidas (“martires” se hacen llamar) llegaron hasta los lugares (una explanada y un hotel) donde hicieron explotar en medio de la multitud (“objetivos blandos”, los llaman) las bombas que portaban con aparente facilidad, burlando la férrea vigilancia de los talibanes. Llamativo. Como para reflexionar sobre el asunto.
En el avispero afgano, en el que mandan de nuevo los “mulás”, las cosas no son, a veces, como parecen, sino como que interesa que las vean los demás.
¿Qué quería decir ayer el portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos, John Kirby, cuando, tras confirmar que había víctimas de su país, habló de un “complejo ataque”?. Lo mejor de la tarde fue lo del portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, que se apresuró a decir que la zona de los atentados era, a efectos de seguridad, competencia de los EE.UU. Y que ellos condenaban lo ocurrido. Cabe preguntarse cómo llegaron hasta allí los suicidas, ¿volando?; tuvieron que atravesar las calles de Kabul y eso parece que está controlado por los yihadistas.
Como bien dicen los norteamericanos, un asunto “complejo”, que, a la postre, va a conducir a una aceleración de las operaciones de rescate que, en algunos casos, podrían darse por finalizadas antes del 31 de agosto. (Los talibanes habían advertido esta semana de que no facilitarían la llegada al aeródromo de ningún ciudadano afgano y también exhortaron a la población a abandonar la zona; esgrimían razones de seguridad).
A partir de esa fecha, o antes, los talibanes se van a quedar solos para hacer lo que les venga en gana. Han conseguido, en una hábil maniobra mediática, que el mundo interiorice que Afganistán es el aeropuerto de Kabul y sus alrededores. ¿Nadie se ha preguntado qué puede estar ocurriendo en las distintas provincias, en las que no hay destacados periodistas independientes u organizaciones de fiar? Algunas noticias se van filtrando, con cuentagotas. En un país en el que la extensión de internet es todavía mínima, (en 2018, no llegaba al 12 por ciento), los talibanes siguen utilizando las llamadas “cartas nocturnas” que dejan clavadas en las entradas de los pueblos con las instrucciones que debe seguir la población.
Volviendo al principio, a los atentados de ayer. Habrá que estar atentos para analizar qué ocurre en las próximas horas. El Estado Islámico no tardará en manifestarse en un sentido u otro. Y, a partir de ahí, podemos asistir a una auténtica guerra entre yihadistas, entre los de Al Qaeda, aliado natural del talibán, y el Isis, que también quiere su tajada en el pastel afgano.
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