Cuenta atrás
300 estadounidenses y miles de afganos, atrapados en el aeródromo de la capital afgana
EEUU entra en la fase final de evacuación en alerta máxima por temor a nuevos atentados
Empieza la cuenta atrás. En apenas unas horas, EEUU pone fin de manera definitiva a la presencia militar en Afganistán después de veinte años de guerra. Y en unos días más, el próximo 11 de septiembre, se cumplen dos décadas de los atentados de las Torres Gemelas en Nueva York, el mayor ataque terrorista sufrido por Estados Unidos.
La celebración del veinte aniversario de ese fatídico 11-S simboliza, este año, el principio del fin. El inicio de la guerra más larga de la historia de Estados Unidos y el fin del operativo militar que, desde entonces, se había mantenido de forma intermitente en el país afgano. Desde 2001, más de 2.300 soldados estadounidenses han muerto en Afganistán, otros 20.000 han resultado heridos y, en total, se calcula que 800.000 militares del Ejército de EEUU han estado al servicio del prolongado conflicto bélico.
Cómo le afectará a Biden esta fallida salida de tropas a largo plazo, sólo el tiempo lo dirá. Pero sin duda el debate, en estos momentos, se centra en completar la labor de evacuación de emergencia y valorar las diferentes alternativas posibles en manos del presidente. Después de la invasión talibán y la consecuente operación rescate de urgencia, liderada por EEUU con la ayuda de aliados internacionales, la retirada de las tropas estadounidense ha protagonizado el capítulo más oscuro de la presidencia de Biden.
Los líderes de la cúpula militar estadounidenses, como el secretario de Defensa, Lloyd Austin o el presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, reconocieron que haber mantenido una mínima presencia de tropas (de 3.000 a 4.500 soldados) y haber contado con apoyo aéreo cercano, podría haber permitido a las fuerzas de seguridad afganas contener a los talibanes sin poner al Ejército de EEUU en riesgo.
La Casa Blanca rechazó rotundamente esa opción para evitar continuar con la agonía de la que ha sido su guerra más prolongada en el tiempo. Joe Biden no quiso poner en riesgo a otras decenas de miles de militares estadounidenses que hubieran tenido que regresar a «potencialmente perder la vida» para alargar el sufrimiento del conflicto bélico, según palabras de la secretaria de prensa de de Biden, Jen Psaki, en una sesión informativa esta semana.
Y Biden, tras la inesperada y fulminante invasión talibán hace dos semanas, ha utilizado la decisión de su predecesor, pactada con los talibanes en febrero de 2020, para repartir responsabilidades. Donald Trump acordó retirar de manera definitiva las tropas estadounidenses de Kabul antes del pasado 1 de mayo, levantando las sanciones contra los insurgentes y liberando a 5.000 prisioneros retenidos por el gobierno afgano, que ni siquiera formó parte de las negociaciones.
Los talibanes, por su parte, se comprometieron a no expulsar a los soldados estadounidenses de Afganistán ni a permitir que los grupos terroristas usaran el territorio afgano para fortalecerse contra Estados Unidos. Pero el grupo islámico no ha cumplido su parte del trato y ha conseguido alcanzar, contra todo pronóstico de los propios servicios de inteligencia estadounidenses, el dominio completo del país en pocas semanas.
Con la llegada de Biden al poder en enero de 2021, el acuerdo de Trump con los talibanes se mantuvo intacto, aunque el actual presidente de EEUU decidió prolongar la permanencia de tropas hasta el 31 de agosto.
Contrarreloj y bajo crecientes amenazas terroristas, las labores de evacuación de emergencia de decenas de miles de personas en Afganistán se han dado estos días en condiciones muy peligrosas para el personal militar y diplomático, empañando la etapa final de cierre tras veinte años de guerra.
Desde que los talibanes tomaron el control del país el pasado 14 de agosto, Estados Unidos ha evacuado a más de 117.000 personas de Afganistán. Además, cerca de una docena de países aliados como Reino Unido, Francia, Italia, España, los Países Bajos, Alemania o Canadá, han ayudado a otras 240.000 personas, en su mayoría afganos, a salir del país.
Las bases de EEUU en Oriente Medio han servido de trampolín para trasladar a los refugiados, con seguridad y de manera coordinada, desde Afganistán hasta Europa y, desde allí, hasta Estados Unidos. Decenas de compañías aéreas de occidente han puesto sus flotas comerciales a disposición de las labores de rescate. También otros países cercanos han colaborado directamente con la operación militar de evacuación, como Qatar, con cerca de 40.000 personas evacuadas, y los Emiratos Árabes, con otras 36.500.
Aunque, según confirmó el sábado el Pentágono, el Departamento de Estados de EEUU todavía está en contacto con cerca de 350 estadounidenses que intentan huir del país, así como otros miles de afganos que buscan desesperadamente su evacuación. Ante la creciente duda de si podrá completar la operación militar a tiempo, Estados Unidos dispone sólo de unas horas para finalizar las evacuaciones.
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