Congreso conservador

Johnson dice ser “el único con agallas” para gestionar Reino Unido tras el Brexit

El «premier» alardea de poner en marcha el nuevo modelo económico que necesita el país, en medio de las críticas empresariales por su falta de previsión

Hacer reír a la gente, conseguir que se sientan bien, es parte de lo que hacen los políticos exitosos. En este sentido, el inagotable optimismo que muestra Boris Johnson define su personalidad pública. Pero también es lo que alimenta las acusaciones de que no se toma en serio los grandes problemas. Las dos caras de la moneda quedaron reflejadas durante el discurso que el premier ofreció ayer en Manchester para cerrar el congreso anual del Partido Conservador.

La conferencia se ha celebrado esta semana en circunstancias realmente excepcionales. El Gobierno ha tenido que desplegar al Ejército para paliar el déficit de combustible en gasolineras ante la falta de transportistas. Los granjeros se manifiestan porque se ven obligados a sacrificar a sus animales ante la falta de personal en los mataderos. Comienza a escasear alimentos en supermercados y medicamentos en las farmacias.

Pero, una vez más, Johnson, el rockstar de la causa euroescéptica, recurrió a su verborrea de florituras retóricas y ocurrencias, presentándose como “el único con agallas suficientes para embarcar al país en un nuevo modelo económico”.

“El cambio de dirección se debió realizar hace mucho tiempo. No vamos a volver al viejo y roto modelo de bajos salarios y baja productividad. La respuesta no es volver a la inmigración descontrolada para mantener bajos los sueldos, sino controlarla y no usarla como una excusa para no invertir en los trabajadores, maquinaria o instalaciones”, recalcó.

El `premier´ recalcó que “tomará tiempo y a veces será difícil”, pero defendió que, al fin y al cabo, “ese es el cambio por el que la gente votó en 2016 [triunfo Brexit] y por el que volvieron a votar con fuerza en 2019 [cuando los `tories´ lograron una mayoría absoluta de 80 escaños]”.

Los analistas coincidieron en destacar la ausencia de anuncios concretos en una intervención que duró 45 minutos, sobre todo en la parte que dedicó al llamado “levelling up”, con el que se pretende terminar con las diferencias que existen entre norte y sur de Inglaterra. Tras el Brexit, la cohesión territorial se ha convertido en la piedra angular de su proyecto para mantener el apoyo conseguido en los últimos comicios en el Muro Rojo del norte, donde el electorado abandonó a los laboristas por los tories desde la II Guerra Mundial, a fin de garantizar la salida de la UE para controlar las fronteras y la inmigración.

Una de las pocas medidas tangibles anunciadas fue la de un suplemento de 3.000 libras (3.500 euros) para que profesores de matemáticas y ciencias vayan a enseñar a “los lugares donde más se necesita”. “Tenemos una de las sociedades más desequilibradas del mundo desarrollado, no solo entre Londres y sureste de Inglaterra y el resto del país, sino dentro de las propias regiones. Es una espantosa pérdida de potencial y está siendo un lastre”, dijo.

Por otra parte, dentro de un mensaje con mayor contenido ideológico que práctico, terminó ensalzando las virtudes del capitalismo para llevar el combate al terreno de la guerra cultural en el que los tories se sienten más cómodos. “Nosotros los conservadores defenderemos nuestra historia, no porque estemos orgullosos de toda ella, sino porque modificarla ahora sería deshonesto y una traición a la educación de nuestros hijos”, aseveró.

Y también invocó al “espíritu de las enfermeras del Servicio de Sanidad Pública y de los emprendedores” para dibujar un horizonte esperanzador para el Reino Unido, asegurando que, tras la pandemia, la economía británica es la que más rápido ha crecido en el G7.

Con todo, el país acumula una deuda equivalente al 98,8 % del producto interior bruto, la mayor tasa desde marzo de 1962, por lo que el ministro del Tesoro, Rishi Sunak, ya ha advertido que seguir por ese camino no solo sería “irresponsable”, sino también “inmoral”. “Sí, quiero recortes de impuestos. Pero para hacer eso, nuestras finanzas públicas deben volver a colocarse sobre una base sostenible”, sentenció el pasado lunes.

De momento, las encuestas siguen respaldando a Johnson. Pese al caos en el que se encuentra el país, los laboristas no acaban de remontar. El premier llegó incluso a decir que el líder de la oposición, Keir Starmer, le parecía “un conductor de autobús nervioso”. Sin oposición amenazante y con una mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, Johnson se puede seguir permitiendo el lujo de mantener su humor.

Sigue con el apoyo intacto tanto del partido como de las bases. Era la primera vez que el premier se veía con los simpatizantes tras el triunfo arrollador de las generales de diciembre de 2019. El coronavirus obligó el año pasado a celebrar el congreso de manera online. Y los afiliados mostraron ansias de ver a su rockstar.

Está claro que en las actuales circunstancias, solo Johnson podía insuflar ese aire de positivismo. Pero si los precios continúan subiendo, las gasolineras continúan vacías, no hay pavo para Nochebuena ni suficientes suministros de muñecos para Navidad igual a los británicos ya no les hacen tanta gracia sus bromas. La confianza que goza ahora el primer ministro puede convertirse en complacencia. Y ese es un sentimiento que pocos votantes están dispuestos a recompensar.