Tragedia

Naveen, el joven indio que murió bajo los misiles en Járkov

El asesinato del estudiante de Medicina de 21 años demuestra que el Ejército ruso bombardea objetivos civiles en Ucrania

El 28 de febrero por la mañana, dejé de recibir mensajes de uno de mis contactos en Járkov, Naveen S. Gyanagoudar, un estudiante indio de 21 años que cursaba Medicina en esta ciudad ucraniana. Me había facilitado su contacto otro estudiante egipcio, para así tener un testimonio directo de una de las principales ciudades asediada por las tropas rusas. Preocupado porque no me contestaba, como una novia celosa procuré contactar con él a través de llamadas y mensajes de WhatsApp, siempre sin conseguir una respuesta. No fue hasta la hora de comer que leí su nombre en la prensa. Naveen había sido asesinado por el impacto de un misil ruso contra la sede del Gobierno en Járkov. Según informaba BBC, se refugió allí tras escuchar la alarma aérea mientras se encontraba en la calle en busca de comida.

Naveen no tenía miedo. En ninguna de nuestras conversaciones se mostró preocupado por los bombardeos ni daba la sensación de encontrarse en una situación de peligro inminente. Su calma y su precisión a la hora de comunicar cualquier información sobre la ofensiva rusa contra la segunda ciudad más grande de Ucrania hacían creer que se encontraba lejos de Járkov. Utilizaba un tono tan suave como si hubiera encontrado la calidez del hogar en el edificio gubernamental en el que se había refugiado tras el estallido de la guerra. Resulta extraño encontrar una valentía pausada en los momentos más caóticos provocados por un enfrentamiento armado. Me escribía al refugio de las bombas un: «Ahora atacan con misiles la parte Este de la ciudad» y volvía a desaparecer hasta que saltaba nuevamente en la pantalla del móvil: «Se escuchan tiroteos a las afueras, pero aquí está tranquilo». Y volvía a desaparecer.

Cada ejército tiene su propio armamento. Una muy buena manera de investigar si son los propios ucranianos quienes bombardean a su población civil (como dicen los medios rusos) consiste en comprobar qué tipo de munición está siendo disparada. Una cámara de vigilancia de Járkov consiguió grabar el momento exacto en que el misil impactó contra el edificio gubernamental, y muestra de forma inequívoca que la munición empleada se trataba de un 3M54-1 Kalibr, un tipo de misil subsónico de fabricación rusa y con un alcance máximo de 2.600 kilómetros. Los expertos conocen sus devastadores efectos gracias a su uso en la guerra de Siria. Solo los ejércitos de India, China, Argelia, Irán y Vietnam poseen este tipo de elemento en su arsenal, además del ruso.

Cualquier turista que haya paseado las calles de Járkov durante las tardes de brillo primaveral podría reconocer sin dificultad los edificios que ahora aparecen destruidos en las fotografías, de la misma manera que identifican esta u aquella calle resquebrajada. La profesionalidad de los periodistas nos obliga a verificar cada hecho, cada gota de información, y para todos aquellos que podemos contrastar el antes y el después de Járkov porque conocimos la ciudad en tiempos de paz, no resulta demasiado complicado comprender que, en efecto, diferentes áreas residenciales están siendo atacadas por el Ejército ruso. Diría que en todas las guerras hay cuantiosas bajas civiles y que engañarse a uno mismo pensando que los rusos llevan a cabo bombardeos «quirúrgicos» es una mentira más de la guerra de Vladimir Putin.

Este conflicto está mostrando la asombrosa habilidad que tienen las comunicaciones modernas para transmitir información en tiempo real, por supuesto que rápidamente verificable. Así podemos determinar con absoluta precisión que los siguientes distritos residenciales fueron bombardeados en Jarkov: Saltivka, Pavlove Pole y Aleksiyivka. Asimismo, se tiene constancia de ataques al Colegio Número 134, la Plaza de la Libertad, el edificio de la Facultad de Economía en la calle Myronosytska y un hospital infantil, entre otros objetivos no militares. Se estima que las bajas civiles ucranianas en lo que llevamos de guerra han alcanzado la cifra de 2.000 víctimas. Pero todavía habrá quién compre la propaganda del Kremlin, que sostiene que las víctimas civiles es una «noticia falsa» de los «medios de desinformación». La verdad es la primera víctima de la guerra.