Diario de guerra
Un español, desde el frente en Kiev: «Iremos hasta el final. O nos meten un tiro o salimos victoriosos»
LA RAZÓN contacta con un ex militar que lucha en Ucrania junto a cinco compatriotas. Se hacen llamar TangoSpain y están integrados en una milicia de antiguos Seals que defiende la capital del asedio ruso
Una semana después del primer contacto, y tras varios filtros de seguridad, Díaz accede a hablar con este periódico. No es su nombre real y tampoco quiere mostrar su cara. Asegura que es una medida de protección para él y los otros cinco españoles (@tangoesp) con los que viajó a Ucrania a los cinco días de que arrancara la guerra. Le preocupan las consecuencias legales, «por si de pronto cambian las cosas en España», y mantener a su familia, que no sabe nada, en la tranquilidad de la ignorancia. Sí revela que estuvo seis años en el Ejército español, aunque nunca entró en combate, y que desde hace un tiempo trabajaba en marketing y publicidad. Lo ha dejado todo: «Pensé, me voy y que sea lo que dios quiera». Durante los 40 minutos que dura la entrevista, Díaz contesta con diligencia y un tono de voz que, a ratos, denota una respiración agitada. Está cobijado en un almacén a seis kilómetros de Kiev. A continuación, reproducimos su testimonio íntegro en primera persona.
La decisión y la llegada
Mantenemos nuestra identidad oculta por lo que pueda pasar. Somos seis personas, hemos venido en dos coches desde Levante. Todos somos ex militares de entre 25 y 35 años. No puedo dar datos de dónde hemos servido antes. Hemos viajado por Francia y Alemania, hasta llegar a Polonia. Nos tomó dos días llegar, llegamos el día 29. Nos quedamos al principio en una población cercana a Kiev por el estado de alarma, que empieza a las ocho de la tarde y va hasta las seis de la mañana. Hemos entrado totalmente legales, pero también existe la forma ilegal de entrar a Ucrania, que está a la orden del día. Se pasa a través del río por la montaña, al norte de Polonia. Ahí la frontera no está regularizada, no hay militares, ni nadie desplegado. Es una falla de seguridad que la gente aprovecha para entrar y salir.
Nosotros no habíamos estado juntos en una misión antes. Somos de diferentes cuerpos. Teníamos un grupillo de Telegram en el que hablábamos de nuestras cosas, de fútbol, de ocio. Todos estuvimos en una unidad y éramos un grupo de amigos con mucha confianza. Nos escribimos y dijimos: «¿Nos vamos? Pues vámonos». No lo pensamos más. No le dimos más vueltas y tiramos «palante». No teníamos nada para llegar aquí, ningún dato, ninguna vía. Nada. Nos fuimos con todo. No esperamos a la Embajada ni esperamos a nadie.
Aquí te proveen de armas, defensa y chaleco. Tu ropa te la tienes que comprar tú en España. Vienes con tu pipeta... Las placas no se pueden pasar a través de avión, las corporales. Tienes que ir con tu permiso de armas y tener todo en regla, claro. Si no, no pasas. Yo tengo mi equipo y mis armas y mis compañeros, también.
Una milicia de ex Seals
Antes de iniciar camino nos pusimos en contacto con varias personas que estaban reclutando a gente, incluido el administrador del Batallón de Azov. Tienen ideología de ultraderecha, sí, algo que yo no comparto. No queremos que nos etiqueten. Una vez dentro nos facilitaron el contacto de una traductora y nos enviaron un coche para ubicarnos en una fábrica de armas antigua. No nos gustó nada el ambiente, no nos pareció nada adecuado. Mucho odio, mucho resquemor contra la gente de Rusia. Palabras fuera de contexto, reacciones poco oportunas...
Contactamos entonces con una milicia, a la que llamaremos FOG. Está compuesta sobre todo por ex Seals y gente de distintos países. Somos 87 integrantes de ocho o nueve nacionalidades. Todos ex militares. Esto no va por Comandancia sino por experiencia. Tú vas con tu carné militar, tu experiencia pasada, en qué unidades has estado... ahí catalogan el puesto de mando que recibe cada unidad. Yo sirvo con los otros cinco españoles, dos ucranianos, un canadiense y un estadounidense. Todas las milicias tienen una organización y están conectadas para que no se confundan con el enemigo. Si no estamos en contacto regular podría darse el error de que nos tomaran por rusos o espías. Es muy difícil saber cuántas milicias están actuando ahora en Ucrania, en Kiev calculo que unas 15.
De los extranjeros los que mejor funcionan son los americanos, tienen mucha experiencia en combate. Han estado en Irak, Siria, Afganistán... Ellos nos instruyen cada día sobre cómo limpiar barandillas, edificios a través de balcón, zona boscosa, camino forestal, etc.
La misión y el combate
Aquí no hay misión establecida, cada día va cambiando. Un día puedes asegurar un convoy humanitario, ir al centro de Operación, ayudar a voluntarios a llevar comida, ir al frente a asegurar población, combate urbano, asegurar un edificio... Hemos entrado ya demasiadas veces en combate. Por diferentes cuestiones. A uno de nosotros se le incrustó una bala de 7,3 milímetros, que se emplea en AK47 o AM3, A74, A104, a tres centímetros del muslo y le tuvimos que intervenir allí en plena situación con el vendaje y las pinzas correspondientes. Actualmente está recuperado y dando guerra otra vez.
El miedo
El miedo lo sientes dependiendo de la situación. Los primeros días son muy difíciles, el resto también pero mucho menos. Los primeros días te impactan las imágenes que ves, te sientes mal contigo mismo, piensas que eres una mala persona... Muchos aquí lo hemos pensado. Nadie en su vida tiene pensado matar a otro, nadie te entrena. Te entrenan para matar, no para vivir con ello. Ni en la peor película de terror ves lo que ves aquí. A partir del principio los días se hacen mucho más amenos. Te acostumbras a ver de todo. Aquí hay gente que está haciendo cosas que nunca en su vida había hecho. Gente que nunca había entrado en combate.
El otro día estábamos en una trinchera de 2,8 kilómetros y dos metros de profundidad, con una ametralladora y un fusil de asalto. Recibimos fuego de cobertura, artillería, una barbaridad, sinceramente. Uno de nosotros después de aquello se planteó volver a casa porque no aguantaba la situación, ni el hecho de hacer estas barbaridades, porque no tienen otro nombre. Le pudo, tiene familia en España, hijos, mujer.
Los chechenos y el horror
No sé qué estaréis viendo en España, pero aquí las imágenes son espeluznantes. El otro día hicimos un lavado de zona de unos edificios que habían bombardeado en Jarkov y había niños despedazados por el suelo. Manos, pies, ojos. Una salvajada. Gente calcinada, destrozada. No se puede explicar con palabras, hay que estar aquí para vivirlo. Una guerra a través de una pantalla no se ve de la misma manera, te lo aseguro. Lo peor ha sido enfrentarse a los chechenos. Son lo peor que te puedes encontrar aquí. Son bárbaros, no tienen sentimientos. Son muy difíciles de matar, esto sí te lo puedo decir. Son unos cabrones muy duros, los peores que he visto en mi vida. Y eso que los Boinas Verdes también lo son. No tienen escrúpulos, son capaces de hacer cualquier cosa. Nosotros nada de nada. Somos personas normales y tenemos sentimientos, no somos nada fríos. Tenemos escrúpulos. Si no los tuviéramos no te estaría hablando así.
Hermandad y motivación
Aquí no solo formamos parte de un grupo, somos todos hermanos. Nos apoyamos, buscamos la solución juntos a los problemas que se plantean. Los sentimientos y el campo de acción no son buenos. Si tú reprimes y lo guardas y entras en combate, te va a repercutir a ti y a la seguridad de los demás. La ideología política se queda fuera cuando entras aquí. No puedes venir con una ideología extrema, ni de derechas ni de izquierdas, No tiene sentido que estés aquí por una motivación política, tienes que venir con el objetivo de ayudar. La motivación excesiva crea un exceso de confianza y acabas cometiendo errores.
Se trata de venir a ayudar, no de venir a la guerra. Estos dos países no se han puesto de acuerdo y ahora lo tiene que sufrir la población civil. Estamos aquí por vocación, si fuera por dinero estaríamos alistados en la Legión Extranjera. A ellos les pagan 600 euros al mes. A nosotros no nos dan nada, vivimos de lo que nos dona la gente a través de las redes sociales y de nuestro propio bolsillo. También hemos abierto un blog para dar información práctica a los que quieran venir.
Vamos a ver, es que esta guerra nos va a dar a todos. A España ya le está afectando en la economía, la alimentación, los servicios, el gas, la electricidad. Si no somos nosotros los que nos ponemos en pie y luchamos, ¿quién lo hará? ¿Lo vas a hacer tú? ¿Pedro Sánchez? ¿Perico el de los Palotes? Aquí estamos los ciudadanos, tanto de España como de otros países, dispuestos a combatir. Luego nos tacharán de nazis, de extrema derecha. Nos da lo mismo.
Estamos para aquí para luchar por las libertades, tanto de este país como del nuestro y de toda la Unión Europea. Si no damos ejemplo nosotros, ¿quién lo hará? La implicación de la OTAN entendemos que es muy complicada porque entraríamos en una guerra directa con Rusia y habría mucha pena y mucha hambre.
Munición y violaciones
Nos está sorprendiendo el armamento que vemos del Ejército ruso. Sobre todo, las bombas termobáricas. Cuando caen no hacen ruido y explotan absorbiendo todo el oxígeno que hay en un radio de doce kilómetros y después lo sueltan. Tus pulmones explotan, se consumen, la gente se asfixia. Es como respirar dentro del agua. Es un armaje balístico prohibido en todo el mundo, es inhumano. Que lancen misiles de crucero, vale, hasta bombas de racimo. Pero termobáricas es ir un paso mucho más allá.
En el Ejército ruso hemos visto a gente de 18 años, con cara de niño. Puede ser tu primo pequeño. Eso es una putada, no tiene otro nombre. Están asustados, muchos vienen engañados.
Los rusos están violando a mujeres y está todo en papel. Documentado y con las denuncias hechas. No son 5, ni 10, ni 20, ni 30. Son cientos. Están haciendo lo mismo que en Berlín, en su época. Doy fe de que esto es real.
Crematorios portátiles
Las bajas son imposibles de calcular. Me sorprendió mucho que dijeran que los crematorios portátiles rusos eran una “fake new”. Son verdad. Meten los cuerpos en una furgoneta y los incineran. Puedo asegurar que están operativos porque los estamos viendo, tenemos vista de dron. Eso hace que las bajas rusas parezcan menos de lo que en realidad son.
Bajas en el lado de Ucrania también hay muchas para qué vamos a mentir. Aquí no te puedes engañar ni puedes engañar a nadie. Un día estás y otro ya no. No puedes entablar una conversación con nadie porque no sabes si le vas a volver a ver. Hay una persona de la milicia que perdió la vida lastimosamente a dos días de entrar nosotros y por ahora no ha habido más bajas. Era polaco. Yo estaba desplegado en otra zona.
Estrategia enemiga
Los rusos están haciendo aquí lo mismo que en Siria. Primero dispersan a la población civil con artillería para no tener que complicarse la vida y tener que hacer paso por paso el lavado de edificios. Y luego toman la ciudad. No están respetando los corredores humanitarios ni el alto el fuego. Es todo mentira. Para que la población civil se confíe. Lo que busca es presionar al mundo entero a su conveniencia. Quiere que agachéis las orejitas y hagáis lo que él quiera. Pero Putin no está loco, es muy listo el cabrón. Sabe dominar al resto de países a su antojo. Y todos a tragar porque es lo que hay.
El cerco a Kiev
Es una ciudad muy grande que tiene la ventaja de tener un río, por lo que en cualquier momento se pueden volar los puentes para aislar zonas. Pero vamos, está jodida la cosa. No te puedo prometer que no va a ser conquistada y que la podamos proteger. Hay 15.000 tropas a las afueras esperándonos bien fuerte. Están los chechenos, los turcos, los sirios, los rusos. Nosotros estamos aquí, blindando el centro con erizos, con sacos de arena y otra defensa que no puedo nombrar por seguridad. No se sabe cuándo será. Están a diez kilómetros del centro. Lo que sí te aseguro es que nos vamos a quedar hasta el final, hasta que acabe todo. O salimos victoriosos o nos meterán un tiro. Nos da igual, aquí hemos venido a darlo todo.
El descanso y la comida
El descanso aquí no existe. Puedes pasar un día y medio sin dormir perfectamente a base de pastillas de cafeína que te venden y te ponen como una moto. No te hacen perder vista, ni oído, ni te metes en tu mundo. Te metes un pastillón de estos y vas a tope. Son legales, eh. El abastecimiento está fatal, no llega apenas alimentación. Los supermercados están pelados, lo siguiente a vacíos. Aunque últimamente depende de la ciudad llega algo de comida gracias a los voluntarios que van de una tienda a otra y luego buscan a las unidades y nos traen alimentos. Comemos poco, sí. Obviamente también nos reímos. Hay tiempos para todo, para estar serios, para bromear...
La población civil
Nos han acogido muy, muy bien. Es espectacular. Los voluntarios, la gente te pregunta cada día que si estás vivo, que si necesitas comida, chaleco, casco, medicamentos. Hubo un momento en que tuvimos que ponernos en contacto con civiles para obtener información de una zona concreta y respondió una mujer casada, con dos hijos, y cada día desde entonces me contacta para ver cómo estamos.
¿Es ilegal?
España, de momento, no prohíbe la lucha en el extranjero, pero esto un día puede ser blanco y otro negro. Ellos lo que quieren es que nadie vaya a combatir a Ucrania porque puede causarles un problema. Cuanto menos se nombre a España en este conflicto, mejor. Ya sabemos cómo funcionan las cosas. De pronto podría estar penado, o podríamos ser perseguidos por ciudadanos que desarrollen odio hacia nosotros. Por eso tenemos que proteger nuestra identidad. Tuvimos que cerrar por seguridad el grupo de Telegram en el que estábamos porque había gente infiltrada de Rusia, Policía Nacional, Guardia Civil, periodistas. Por nuestra seguridad y por la de aquellos que se quieren involucrar no podemos permitir que nuestras imágenes se divulguen y que nos estén monitorizando cada dos por tres. Antes de que venga la «bomba», preferimos protegernos.
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