Francia
El plan de Le Pen para llegar a la presidencia de Francia
La candidata ultraconservadora ha suavizado su imagen y ahora se presenta como una líder próxima a los franceses de a pie
La resaca electoral deja muchas lecturas en Francia, un país que parece consolidar un escenario político tripolar con tres bloques perfectamente definidos: Macron controlando todo el espectro central y moderado, la ultraderecha de Le Pen y un bloque izquierdista liderado por Mélenchon que se quedó a unas décimas de dar la auténtica campanada de estas elecciones y desbancar a Le Pen de la segunda vuelta. La izquierda se lamentaba profundamente este lunes por un cálculo que muchos analistas venían haciendo los días previos: hubiese bastado que una de las otras candidaturas de izquierda se retirase para haber aupado a Mélenchon a segunda vuelta.
Ahora, de cara a la segunda y definitiva vuelta, ese polo de izquierdas se ha transformado en el árbitro del partido que va a enfrentar a Macron con Le Pen, más si cabe teniendo en cuenta lo ajustados que parecen los primeros sondeos publicados hasta ahora que dan entre un 51 y un 54% a Macron para el 24 de abril.
Consciente de lo reñido del choque, Macron ha comenzado este lunes a hacer algo que no había hecho hasta ahora: una campaña sobre terreno acudiendo a feudos que no le son favorables. El presidente ha visitado feudos obreros del norte de Francia como Denain o Arras, una zona considerada como cinturón rojo de trabajadores donde Le Pen suele cosechar buenos porcentajes de voto. Todo un gesto simbólico del presidente que no ha pasado desapercibido. Macron y Le Pen programan recorrer Francia de punta a punta en un maratón electoral como pocas veces se ha visto durante las próximas dos semanas.
La noche electoral volvió a escenificar muchas llamadas al llamado frente republicano, al “todos contra Le Pen” aunque muchas voces venían alertando en Francia de que su fortaleza esta vez no sería la misma que la de hace cinco años y mucho menos que la de 2002 cuando Chirac arrasó en segunda vuelta a Jean-Marie Le Pen. La socialista Anne Hidalgo, el ecologista Yannick Jadot, la conservadora Valérie Pécresse o el comunista Fabien Roussell llamaron a votar por Macron para volver a alejar a la ultraderecha del Elíseo.
Pero casi todos ellos en esta ocasión disponen de un caudal escaso de votos. Como era de esperar, el otro ultraderechista en liza, Eric Zemmour llamó al voto por Le Pen al igual que el soberanista Nicolas Dupont-Aignan. Dado este cuadro de fuerzas a cada lado se hace imprescindible explorar qué van a hacer los votantes de Mélenchon que pueden tener la clave del futuro de Francia y de la UE. Según una estimación de IPSOS aparecida este lunes el análisis es complejo: un 34% de ellos votaría por Macron, un 30% por Le Pen y el resto se abstendría.
A sabiendas de que dentro de su electorado, Mélenchon cuenta con un sector antisistema capaz de votar a Le Pen para desbancar al presidente, en la noche electoral quiso dejar claro una consigna fundamental: “Ni un voto para Le Pen”. Lo repitió en varias ocasiones, dejando abiertas dos opciones: Macron y la abstención. El problema, según los analistas, es que ésta última puede acabar jugando en favor de la ultraderechista.
Tras la primera vuelta empieza una nueva campaña. Durante dos semanas, los dos clasificados deberán convencer a los electores enfrentando dos modelos opuestos para Francia y Europa. Un momento clave será el debate televisado, el próximo 20 de abril. En 2017, Le Pen salió muy malparada del debate ante Macron por su falta de preparación y de dominio de los temas. Seguramente esta vez no cometa aquellos errores que tan caros le costaron. El objetivo de Le Pen estas dos semanas será, de un lado, captar el voto del malestar y el descontento con un presidente que una parte de la población ve como un hombre elitista. Y del otro, afianzar una imagen que lleva años cultivando y que en esta campaña parece haber conectado con una parte significativa del electorado. Ella se presenta como una líder próxima a los franceses de a pie, amable y humana. Se aleja tanto del estilo y la retórica que suelen asociarse con la ultraderecha histórica.
El catastrófico resultado de Hidalgo y Pécresse, candidatas de los dos partidos que durante décadas vertebraron Francia, Republicanos y socialistas, sentencia el fin del viejo sistema político francés. Estas elecciones consolidan el duopolio entre Macron y Le Pen en el nuevo sistema tripolar, con una tercera pata que es la de la izquierda de Mélenchon a la que ahora se suman otras corrientes para aumentarla. Esos tres polos aparecen claramente diferenciados en tres perfiles sociales distintos: una mayoría de profesionales liberales que viven en ciudades y votaron por Macron, una mayoría de obreros que lo hizo por Le Pen y la juventud que está con Mélenchon.
Francia revivirá el 24 de abril el duelo del 7 de mayo de 2017, pero no será igual que hace cinco años. Le Pen ha suavizado su imagen y ha dejado de asustar a la mayoría de franceses. Según los sondeos, quedará mucho más cerca de Macron que en 2017, cuando el presidente derrotó a su rival con un 66% de votos frente a un 34%. Esta vez, cree tener posibilidades de llegar al palacio del Elíseo.
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