Defensa

¿Por qué Rusia, pese a su poderío, no ha conseguido controlar el cielo en Ucrania?

Antes las pérdidas sufridas, el Kremlim ha reducido el uso de la Fuerza Aérea, lo que ha restado a las fuerzas terrestres rusas el apoyo necesario para tomar y mantener el territorio

Un soldado ucraniano examina los restos de un caza ruso Su-25 derribado en la localidad de Kolonshchyna, en Ucrania
Un soldado ucraniano examina los restos de un caza ruso Su-25 derribado en la localidad de Kolonshchyna, en UcraniaEfrem LukatskyAgencia AP

Las Fuerzas Armadas ucranianas habrían derribado, en los casi siete meses que llevamos de guerra, al menos 55 aviones de combate rusos, según explicó el general James Hecker, que está al mando de la Fuerza Aérea de EE. UU. en Europa y África, gracias a los sistemas de defensa antiaérea. Las enormes pérdidas que está sufriendo la aviación rusa serían una de las principales razones por las que sus cazas y bombarderos apenas han jugado un papel relevante durante el conflicto.

Lo más sorprendente es que la mayoría de los aparatos que Rusia ha perdido han sido derribados con armamento rusa antiguo que permanecía en los arsenales ucranianos desde la época soviética. Lo que parece claro es que Putin no está dispuesto a perder muchos más aviones, y menos aún a que caigan sobre territorio de Ucrania, pues no le interesa que su tecnología esté en manos occidentales, tanto por mantener en secreto la más avanzada, como para no mostrar sus debilidades en la que está en peor estado.

Ante esta situación, los aviones rusos han limitado muchísimo sus incursiones sobre el espacio aéreo ucraniano, optando en la mayoría de los casos por alcanzar objetivos en tierra a través de misiles lanzados desde submarinos y buques de guerra en el Mar Negro, de misiles hipersónicos desde bombarderos inalcanzables para las defensas ucranianas o desde baterías en tierra situadas en las zonas ocupadas o, incluso, en territorio ruso.

Sin embargo, tal y como explicó el general Hecker, esta estrategia ha restado a las fuerzas terrestres rusas el apoyo aéreo necesario para tomar y mantener el territorio, dijo a los periodistas James Hecker en la conferencia anual de la Asociación de la Fuerza Aérea.

Precisamente ha sido esa falta de protección aérea una de las grandes sorpresas de la guerra, ya que la mayoría de analistas daban por hecho que Rusia impondría rápidamente el dominio en el aire, sobre todo en los primeros días de la invasión, para consolidar los primeros avances y aprovechar el factor sorpresa inicial. Ese fracaso permitió a la fuerza aérea ucraniana reagruparse y mantenerse casi intacta, hasta el punto que el general estadounidense estima que Ucrania conserva alrededor del 80% de su fuerza aérea, siete meses después de la guerra, y eso que la mayoría de ayuda militar al país ha sido para el Ejército de Tierra.

En la reunión del Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania celebrada este mes en la base aérea de Ramstein (Alemania), una de las “grandes peticiones” de los ucranianos fue más sistemas de defensa aérea SA-10 y SA-11 para defenderse de los drones y aviones rusos, dijo Hecker. Sin embargo, Estados Unidos no produce ni usa dichos misiles, por lo que la responsabilidad de suministrarlos a Kyiv recae en los aliados europeos.

Otros expertos señalan que Rusia ha confiado demasiado durante la invasión en sus antiguos aviones de cuarta generación, que carecen de las capacidades necesarias para hacerse con el control del cielo. Ello se debe en parte a que Ucrania ya cuenta con sistemas de misiles de defensa aérea S-300 de fabricación rusa.

Aun así, sí se ha podido ver al cazabombardero Su-34 de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia desplegado en Ucrania para misiones de destrucción de arsenales militares. Algunos de sus objetivos en este conflicto han sido aeropuertos, sistemas de defensa, puestos de mando, vehículos blindados, almacenes de armas y tanques.

Hay una presión cada vez mayor sobre Alemania en particular para permitir que terceros países envíen tanques y sistemas de artillería Leopard de fabricación alemana a Ucrania, algo que Berlín se ha negado a hacer hasta ahora, incluidos los españoles.

Por su parte, Estados Unidos tampoco está por la labor de enviar misiles de mayor alcance para los sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad, por temor a que Ucrania pueda utilizarlos contra territorio ruso, pues eso podría aumentar la escalada militar por parte de Putin y de momento no parece que sea la intención de Biden. Los misiles entregados tiene un alcance de unos 80 kilómetros, mientras que los que pide Ucrania a Occidente llegaría a 290 aproximadamente.

Hecker reconoció, sin embargo, que EE. UU. sí está proporcionando a Ucrania información de inteligencia “sensible al tiempo”, aunque insistió en que solo ofrecen los datos, pero no están eligiendo objetivos.

Lo que sí está funcionando a la perfección y está ayudando a Ucrania en su ofensiva de septiembre es el sistema HIMARS, entregado por Estados Unidos. La mayoría de los ataques con este sistema se han producido a lo largo de las líneas de entrada, desde Lugansk, en el este, hasta Jersón, más al sur. La primera de estas batidas fue utilizada contra objetivos de Járkiv, según Kirill Mikhailov, del Equipo de Inteligencia de Conflictos, un grupo de análisis de fuente abierta, a otros medios estadounidenses.

En Ucrania, que desde el comienzo de la invasión han pedido más y más armas, se muestran “orgullosos por lo que han recibido hasta ahora”, aunque quieren más. Entre otros, también han recibido obuses M777 tanto de Estados Unidos como de Canadá, y obuses de largo alcance Caesar de Francia. Además, el Reino Unido se comprometió a proporcionar sistemas de lanzamiento múltiple (MLRS) M270,

Pero EE UU, a sabiendas que Ucrania no los utilizaría contra objetivos en suelo ruso, no presentó la munición de mayor alcance, el ATCMS (Army Tactical Missile System). La razón es que cada centímetro cuadrado del territorio ocupado por Rusia podría estar dentro de la potencia (incluyendo también la Península de Crimea, anexionada en 2014).

¿Cómo es el sistema HIMARS?

El HIMARS es un sistema de lanzamisiles múltiple ligero montado en un camión capaz de cargar seis cohetes o un ATCMS, misiles de nueva amilia de misiles tácticos medianos del Ejército de EE UU. Desplegable desde un C-130 Hércules, posee una gran flexibilidad para ser enviado en cualquier parte del mundo.

HIMARS ofrece ataques de precisión asequibles, rápidos y de largo alcance, una capacidad de disparo y desplazamiento que mejora la supervivencia de la tripulación y la plataforma en entornos de alta amenaza y tiene un alcance probado de hasta 300 km.

Presente en otros países como Marruecos, Jordania o Emiratos Árabes Unidos, la empresa española Expal ha estudiado este sistema dentro de su proyecto para el desarrollo de un lanzacohetes español a través de la transferencia de tecnología por parte de un tecnológico extranjero, analizando HIMARS y comparándolo con las características y puntos fuertes de otros dos lanzacohetes que existen en el mercado, el brasileño Astros y el israelí Puls.