Deriva autoritaria
Farsa electoral en Túnez para apuntalar la dictadura de Saied
Los tunecinos boicotean unos comicios en los que los partidos políticos fueron excluidos fueron excluidos tras el autogolpe presidencial de julio de 2021
Como era previsible, los tunecinos dieron mayoritariamente la espalda a las primeras elecciones legislativas convocadas desde la entrada en vigor este verano de la nueva Constitución. Una carta magna impulsada por el presidente de Túnez, Kais Saied, tras su autogolpe de Estado de julio de 2021 –y que sustituye a la que en 2014 fue elaborada por unas cortes constituyentes– que no hace sino apuntalar un régimen autoritario hecho a su medida y enterrar definitivamente el sueño democrático tunecino.
En medio de un ambiente de angustia por la extrema situación económica y de profundo desinterés por los comicios, los tunecinos fueron convocados a las urnas hoy para elegir una Asamblea de Representantes –que reduce el número de escaños de 217 a 161– a partir de 1.058 candidaturas unipersonales (con apenas 122 mujeres) y, por tanto, sin siglas políticas.
Desde que se arrogara todos los poderes y cerrara el Parlamento hace casi 17 meses –la Cámara fue disuelta oficialmente a finales de marzo–, Saied gobierna a base de decreto y sin contrapoderes. Desde que fueron anunciados hace un año, los partidos políticos y sindicatos, con los islamistas de Ennahda a la cabeza, han llamado insistentemente al boicot de los comicios y denunciado el «golpe de Estado» de Saied.
«Es una farsa electoral con la que Saied quiere darle una pátina de legitimidad a su golpe presidencial», afirma a LA RAZÓN la profesora de estudios sobre Oriente Medio de la New York University Abu Dhabi Monica Marks. «Solo se presentan individuos leales a Saied. En mi experiencia en la capital estos días no he encontrado una sola persona que conozca a uno de los candidatos que se presentan. Todo lo que supere un 20 o 25% de participación significará que las cifras han sido cocinadas», asevera la especialista en Túnez.
Por su parte, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Pablo de Olavide Bosco Govantes vincula la baja participación a la «ausencia de campaña, la desmovilización del electorado y el boicot de todos los partidos y las organizaciones mínimamente relevantes». A su juicio, las elecciones de ayer «reforzarán el autoritarismo por parte del Estado y aumentarán la polarización política y las protestas, con la consiguiente represión».
«A día de hoy, Túnez está lejos de lo que es una democracia. La nueva Constitución acaba con la separación de poderes, consagra el presidencialismo y deja el resto de instituciones al albur del jefe del Estado, al que no se puede sustituir», zanja a LA RAZÓN el especialista en Túnez.
En otro guiño cruel al destino y la historia contemporánea del país, como ocurrió en ocasiones precedentes, cuando el mandatario eligió la fecha del 25 de julio –día que conmemora la proclamación de la República en 1957– para su autogolpe constitucional y también para la celebración del referéndum de la Carta Magna, Saied convocó las elecciones legislativas que sellan su nueva autocracia en la fecha de la celebración de la revolución de los jazmines. Pues fue el día 17 de diciembre cuando el joven vendedor ambulante Mohamed Bouazizi se inmoló en la localidad de Sidi Bouzid para dar inicio a la cólera popular que acabó derrocando al régimen de Ben Ali y espoleando a millones de personas en todo el mundo árabe.
«Me dirijo a todos los tunecinos y votantes para decirles que en el aniversario de la revolución esta es vuestra ocasión histórica. No la perdáis y escuchad a vuestra conciencia para recuperar vuestros derechos legítimos», afirmó Saied, que llegó al poder en octubre de 2019, en un colegio electoral de la capital tunecina.
Al cierre de esta edición la participación en los comicios, como era previsible, marcó mínimos, a la espera de unos datos provisionales que solo se conocerán el próximo martes y unos resultados definitivos para los que habrá que esperar nada menos que hasta enero de 2023. «Hay un paralizante sentimiento de agotamiento generalizado en la sociedad tunecina. La sociedad ha perdido toda esperanza en el presidente, en los partidos y en la transición democrática. Solo percibo sarcasmo y cinismo. Más que a ninguna otra cosa el régimen de Saied se parece al de Muamar Gadafi en los años 70 y 80», reconoce desde Túnez la profesora Marks.
Entretanto, los tunecinos, resignados con la deriva política y la gravísima situación económica, aguardan tiempos mejores.
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