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Referéndum

Saied asesta el golpe final a la Primavera Árabe en Túnez

La victoria del “sí” en el referéndum constitucional con un exiguo 27% de participación allana el camino al mandatario tunecino para seguir adelante con la instauración de un régimen presidencialista a su medida

El presidente Kais Saied celebra con sus simpatizantes la victoria del "Sí" en Túnez, la capital tunecina
El presidente Kais Saied celebra con sus simpatizantes la victoria del "Sí" en Túnez, la capital tunecinaTUNISIA PRESIDENCY HANDOUTAgencia EFE

La victoria del «sí» en el referéndum sobre la nueva Constitución de Túnez hecha a la medida del presidente Kais Saied este lunes le asesta el golpe final a la experiencia democrática tunecina, esperanza para el conjunto del mundo arabo-musulmán desde que la Revolución de los Jazmines lograra la caída del régimen autocrático de Zine el Abidine Ben Ali en enero de 2011.

La aprobación de la Carta Magna, concebida, debatida y aprobada con celeridad tras el autogolpe del jefe del Estado el 25 de julio de 2021 –desde hace un año Saied gobierna a base de decretos y sin Parlamento–, sienta las bases de un nuevo régimen autocrático de corte bourguibista, liquida la esperanza de la convivencia entre fuerzas políticas y sociales distintas y abre, en fin, un escenario de incertidumbre para el país norteafricano.

«Ha sido un día horrendo para Túnez. Escribo esto en el espíritu de un réquiem, un obituario, con la oración para que la historia –rara vez lineal– vuelva a sonreír en Túnez de nuevo», escribía ayer en Twitter la especialista en Túnez y profesora de la Universidad de Oxford Monica Marks.

A pesar del baño de multitudes que el presidente se dio en la noche del lunes en la neurálgica –y simbólica– avenida Habib Bourguiba de la capital tunecina, no tiene el profesor Saied demasiados motivos para la celebración. El plebiscito, que lo era no solo de la nueva Carta Magna sino de todo el rediseño del sistema político pergeñado por el mandatario, apenas atrajo a las urnas a un exiguo 27,45% del censo electoral, según la Instancia Superior Independiente para las Elecciones (un organismo que se ha visto envuelto en la polémica sobre su falta de imparcialidad en las últimas horas).

Como era previsible, de entre quienes acudieron a los colegios electorales, una amplia mayoría –el 92,30%– eligió la papeleta del «sí» a la Constitución de Saied (o lo que es lo mismo, algo más de 2,45 millones de votos). Una parte importante de la oposición parlamentaria a Saied, agrupada en el Frente de Salvación Nacional –con la formación islamista Ennahda, la más votada en las legislativas de octubre de 2019, a la cabeza–, había llamado al boicot en el referéndum. Ayer, la plataforma creada el pasado mes de abril pedía la dimisión del mandatario –que llegó al poder en las elecciones presidenciales de octubre de 2019– habida cuenta de los resultados en el primer referéndum de la historia de Túnez.

Por su parte, el columnista del digital Business News Nizar Bahloul, uno de los medios más importantes del país, dejaba claro que, «digan lo que digan los aficionados de Kais Saied, el referéndum del 25 de julio es un fracaso». «La razón es muy simple. En la materia, es imperativo alcanzar la tasa de participación del 50% para que un referéndum pueda ser tenido en consideración. Es una regla básica y conocida en todas partes. Es una cuestión, sobre todo, de sentido común. No se puede hablar en nombre del pueblo si más de la mitad del mismo ha rehusado responder a tu pregunta», zanjaba.

En declaraciones a una emisora de radio local, el propio presidente, en la línea de sus últimas intervenciones, se limitó a decir que «no hay marcha atrás». «El presidente de la República detenta su legitimidad únicamente a partir del pueblo. Hoy no puede prescindirse de los derechos de las mujeres ni de los derechos a la educación o la salud», aseveró este profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Túnez nacido en la capital hace 64 años.

Vuelta a la autocracia en nombre de la democracia

La nueva Carta Magna, que reemplazará a la Constitución de 2014 –fruto, en su caso, de un proceso de deliberación inclusivo que se prolongó más de tres años–, es el paso decisivo en el proceso de contrarreforma liderado por Kais Saied. El texto consagra un régimen presidencialista en el que el jefe del Estado amplía sus poderes y limita los mecanismos de control. La siguiente estación en el camino será la celebración de elecciones legislativas en diciembre de 2022.

Tendrá Saied que gestionar un país dividido, con las principales fuerzas políticas cada vez más abiertas en la exigencia de la partida del presidente y un campo de partidarios que espera que el mandatario adopte profundas reformas con celeridad. Los islamistas, primera fuerza en la difunta Asamblea de Representantes del Pueblo en los comicios de octubre de 2019, resisten los embates del jefe del Estado y el rechazo de un amplio sector de la sociedad que los responsabiliza de haber bloqueado las reformas políticas y económicas que el país necesita para salir del atolladero. Los fracasos económicos impulsaron la desilusión con la democracia y la rabia contra los partidos en el Parlamento. Saied reconoció ayer que la primera decisión tras el referéndum constitucional sería redactar una ley electoral.

En fin, la esperanza democrática de la atribulada región del norte de África y Oriente Próximo y cuna de la Primavera Árabe –fue en Sidi Bouzid donde el joven vendedor ambulante Mohamed Bouazizi encendió, con su inmolación, la llama de la indignación en toda la región– se adentra por terrenos a la vez desconocidos y familiares. Inquieta entre las cancillerías extranjeras y los observadores la aceptación de la nueva realidad política por parte de un pueblo exigente y valiente y la consagración legal de un sistema político que puede conducir a nuevas formas de autocracia.