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La Razón
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El «Trump brasilero», el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro ha salido de terapia intensiva tras sufrir un ataque con cuchillo el pasado jueves. De manera leve, el «efecto víctima» ha tenido un impacto positivo en su candidatura. Según la prestigiosa encuestadora Datafolha, Bolsonaro ha subido dos puntos en la intención de voto y lidera las preferencias en la carrera hacia la jefatura de Estado. Con el 24% de apoyo, el ex militar apuesta a polarizar la elección descartando un regreso de la izquierda al poder, después de la destitución de Dilma Rousseff en 2016.

El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien además lideraría la contienda de no estar inhabilitado por la Justicia, ha designado al ex alcalde de São Paulo Fernando Haddad, como su sucesor. La misma encuesta revela que Haddad elevó en cuatro puntos su preferencia en las últimas semanas, obteniendo un 9%. A pesar de su lejanía con Bolsonaro y los pocos días que quedan para la elección, todo parece indicar que el ex alcalde podría elevar sus números en tan solo horas, heredando una parte importante del 40% de popularidad que ostenta su jefe político.

La «mina de oro» es precisamente ese 40%; en su distribución se definirá quién participará en la segunda vuelta, casi seguro con el ex capitán y ultraderechista brasilero. Tomando en cuenta las dos vueltas electorales, la apuesta de todos los candidatos –desde el laborista Ciro Gomes, cuya intención de voto es del 13%, pasando por la ecologista Marina Silva, quien tiene el 11% y el socialdemócrata Geraldo Alckmin, que ostenta el 10%– será mostrarse como la opción más conveniente y segura para derrotar a Bolsonaro en la segunda vuelta. Para ellos, resulta imprescindible unificar el voto de izquierdas y obtener el apoyo suficiente de esos dos quintos que actualmente quedan, relativamente, en el aire.

Es probablemente una de las elecciones más atípicas en la historia democrática de Brasil. El líder en las encuestas herido y actualmente hospitalizado, el político más popular del país en la cárcel y en el medio un desfile de izquierdistas moderados luchando por ser la mejor apuesta «anti Bolsonaro». Serán tres semanas intensas en tierras cariocas; los descalificativos se acentuarán con toda probabilidad y el próximo 7 de octubre –día de la primera vuelta– será la antesala de lo que debe ocurrir el 28 del mismo mes, en la segunda vuelta, que definirá al próximo presidente de una de las economías más potentes de América Latina.