Delincuencia

Solo las ardillas están a salvo en Nueva York

La inseguridad alcanza cifras récord en la Gran Manzana en medio del debate nacional sobre reducir la financiación policial

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, durante el funeral de un policía asesinado el pasado 2 de febrero
El alcalde de Nueva York, Eric Adams, durante el funeral de un policía asesinado el pasado 2 de febreroCraig RuttleAgencia AP

La violencia armada, los robos, tiroteos y homicidios han aumentado drásticamente en la ciudad de Nueva York desde que dio comienzo 2022. Sólo en 2020 se produjeron un total de 1.530 tiroteos, más del doble que el año anterior. Cifra que aumentó doce meses más tarde, dejando un balance de 1.877 incidentes con disparos en 2021 y alcanzando el mayor récord registrado en décadas.

Sólo en lo que va de año, el crimen ha aumentado ya un 38% en la ciudad de los rascacielos, cifra que asciende al 70% si se cuenta solo en zonas de transporte público como el metro. Este pasado mes de enero, la violencia armada ha dejado un dramático repunte de víctimas mortales de todos los perfiles de la sociedad.

La muerte de dos policías, Wilbert Mora y Jason Rivera, al atender una llamada de emergencia por violencia doméstica en Harlem, sumando un total de seis agentes de la policía metropolitana muertos desde que comenzó 2022, supuso un punto de inflexión en la ciudad de Nueva York. Días antes, una joven que trabajaba como cajera en una hamburguesería de Manhattan murió por el impacto de un disparo durante un atraco. Poco después, un bebé de un año recibió una bala perdida en la cara en el barrio del Bronx y otra mujer de origen asiático murió al ser empujada a las vías del tren por una persona sin techo con graves problemas mentales.

Todas las comisarías de Manhattan, a excepción de Central Park, han visto incrementar los picos de delincuencia en este primer mes y medio de año, en cinco de los cuales esas tasas se han multiplicado. “Ningún vecindario es seguro. A este ritmo, perderemos la ciudad para el Día de San Patricio” el próximo 17 de marzo, advirtió un policía de Brooklyn. “Los turistas nunca volverán”, teme otro agente. “Sólo las ardillas están a salvo”.

Las detenciones por armas de fuego aumentaron un 6% el año pasado respecto a 2020 y más de un 35% por ciento en comparación con 2019. Gran parte del contrabando de armas llega a Estados Unidos por el Sur y el Medio Oeste del país, la ruta conocida como Iron Pipeline, y de poco han servido por ahora los múltiples intentos de las autoridades por confiscarlas, habiendo incluso llegado a ofrecer dispositivos móviles gratis o entregas sin preguntas ni registros legales a cambio.

Muchos ciudadanos asocian la delincuencia y los hurtos mayores (197 en lo que va de 2022 frente a los 43 de 2021) a los efectos de la pandemia, sanitarios y económicos, con los consecuentes problemas de salud mental, desempleo y aumento de los precios, que han dejado a miles familias desprotegidas sin poder afrontar sus gastos.

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, prometió durante su campaña electoral abordar la desenfrenada ola de violencia y crimen que inunda la ciudad de los rascacielos y que ha incrementado con los devastadores efectos de la pandemia. La esperanza de poder abordar la problemática con su amplia experiencia en las calles y la confianza de cumplir dicho objetivo, llevaron a Adams a conquistar el apoyo mayoritario de la población en las urnas.

El nuevo edil, ex agente de Policía, ha marcado como línea prioritaria de su agenda política la decisión de imponer mano dura a la delincuencia para hacer frente al deterioro de la ciudad al tomar posesión del cargo el pasado 1 de enero. Pero la visión y metodología del ex policía serán parte de sus grandes desafíos de gestión, al no contar con el consenso de sus compañeros de filas y una parte del electorado del Partido Demócrata.

Tanto el ala más progresistas de entre los liberales como la presión de los activistas sociales dificultan los planes del alcalde, que pretende impulsar programas sociales en barrios marginales y zonas vulnerables, así como imponer estrictas normas de seguridad y más agentes en las calles, solicitando ampliar también el financiamiento y las medidas de seguridad.

El popularizado eslogan “Desfinanciar a la policía”, rescatado de 2020 tras los históricos disturbios raciales que recorrieron de punta a punta Estados Unidos, ayudó a los demócratas a contrarrestar la imposición de “ley y orden” de Trump y ganar las elecciones presidenciales. Utilizado como protesta por la muerte del afroamericano George Floyd en Mineápolis, estrangulado por un policía, provoca ahora divisiones internas que dificultan la gestión del nuevo edil.

A temas de tradicional división entre liberales y conservadores, tales como el aborto o las armas, se ha sumado recientemente el de la seguridad. Desde las manifestaciones raciales de 2020, las más multitudinarias extendidas por todo el país durante el último medio siglo, los agentes de la policía y sus métodos a la hora de desempeñar su función está en el punto de mira de una sociedad cada vez más polarizada.

Imágenes de abusos policiales contra estadounidenses, con trágico desenlace, han dado la vuelta al mundo estos últimos años poniendo en duda la efectividad de los cuerpos de seguridad y potenciando la discriminación racial normalizada con el uso desproporcionado de la fuerza.

En 2021, la policía disparó de muerte al menos a 1.055 personas en todo el país, la cifra más alta desde 2015, fecha en la que se iniciaron los registros en el rotativo The Washington Post. Este último recuento supera a los años anteriores, 1.021 tiroteos en 2020 y 999 en 2019, y coincide con un aumento de la media nacional de delitos violentos, aunque no se acerca a los máximos históricos de los años 80 y 90.

La visita del presidente Joe Biden a Nueva York fue más que un encuentro con Eric Adams cargado de simbolismo. “Es hora de que digamos: basta”, dijo Biden. “Hay pasos que podemos tomar para convertir el dolor en un propósito. El alcalde Adams y yo estamos de acuerdo: la solución no es desfinanciar a nuestra policía, sino brindarles herramientas, capacitación y fondos para que sean los aliados y protectores que nuestras comunidades necesitan”, añadió el presidente de EEUU, anunciando una inversión adicional de 300 millones de dólares para la vigilancia comunitaria. Es decir, aumentar el personal policial que patrulla las calles.