EE UU

Un testimonio inédito dinamita la defensa de Trump sobre el asalto al Capitolio

El retrato de un mandatario enfurecido que sabía que la turba de seguidores estaba armada esbozado por la mano derecha de su jefe de Gabinete podría acarrearle graves consecuencias legales

Cassidy Hutchinson, mano derecha del jefe de Gabinete de Mark Meadows, durante el mandato de Donald Trump
Cassidy Hutchinson, mano derecha del jefe de Gabinete de Mark Meadows, durante el mandato de Donald TrumpAndrew Harnik / POOLAgencia EFE

La sexta audiencia de la comisión del Congreso de Estados Unidos que investiga el asalto al Capitolio esbozó esta semana a un Donald Trump, por entonces aún presidente, temperamental y deseoso de liderar a una turba armada hasta la sede del Poder Legislativo, una imagen que amenaza con dañar la popularidad del republicano.

Este pasado martes, Cassidy Hutchinson, mano derecha del entonces jefe de Gabinete de Trump, Mark Meadows, fue la única testigo en una audiencia convocada a última hora y con carácter de urgencia. La expectativa era grande y, sin duda, el testimonio estuvo a la altura. Hutchinson, con una ascendente carrera en el Partido Republicano y quien, debido a su cargo, estuvo presente en numerosas reuniones de alto nivel, desveló que tras la elecciones de noviembre de 2020,Trump comenzó a dar muestras de un fuerte temperamento cuando algo no se ajustaba a sus deseos.

Citó a modo de ejemplo, el día en que, según relató la ex asesora, el entonces presidente estampó un plato de comida contra la pared tras escuchar a su fiscal general, William Barr, desestimar públicamente las alegaciones de fraude electoral. Cuando entró Hutchinson en el comedor de la Casa Blanca, aún quedaba rastro de kétchup en las paredes.

Una turba armada

Asimismo, aseguró Hutchinson, Trump era consciente de que muchos de sus seguidores congregados aquel día en Washington iban armados. El aún presidente protestó cuando supo que muchos de ellos preferían esperar fuera que someterse a un control de metales para acceder al recinto acondicionado en la Elipse, frente a la Casa Blanca, donde el mandatario se disponía a dar un discurso.

“Dejen las malditas revisiones; no han venido aquí a hacerme daño a mí”, reclamó Trump, de acuerdo con el relato de Hutchinson. “Así podrán marchar hacia el Capitolio desde aquí cuando termine”, habría agregado. Este es un punto que podría tener graves consecuencias para Trump, tanto legales como políticas.

Desde el 7 de enero de 2021, apenas un día después de que la turba irrumpiera en el Congreso de EE UU con el objetivo de impedir la certificación de la victoria electoral de Joe Biden, una pregunta se cierne sobre Washington: ¿Hasta qué punto fue responsable el entonces presidente, Donald Trump?

Si bien en las horas que sucedieron al asalto hasta los principales líderes del Partido Republicano, Mitch McConnell y Kevin McCarthy, el líder de la mayoría en el Senado y el de la minoría en la Cámara Baja, respectivamente, señalaron directamente a Trump por el ataque, en los días posteriores esa postura se fue matizando.

Aún a día de hoy, pocos en Washington ponen en duda que ese discurso de Trump, en el que llamó a sus seguidores a marchar hasta el Congreso y “luchar” para evitar la ratificación de la victoria de Biden, fue la chispa que encendió la insurrección. Pero la clave, tanto a nivel legal como político, es si esa era su intención.

Forcejeo con la escolta

Es por eso que el testimonio de Hutchinson podría resultar determinante. Más aún cuando, según relató, en base a comentarios que le habrían hecho personas presentes en el incidente, el propio Trump insistió en acompañar a la turba al Capitolio, hasta el punto de –según la asesora- llegar a forcejear con un miembro de su escolta.

“Soy el maldito presidente, llévenme al Capitolio ahora”, dijo Trump, según la ex asesora, al terminar su discurso. La reacción del expresidente habría sido entonces intentar agarrar el volante del vehículo y dar un giro. “El señor Trump utilizó entonces su mano libre para arremeter contra Bobby Engel”, detalló Hutchinson.

Como viene sucediendo desde el comienzo de las audiencias, Trump no tardó en reaccionar al testimonio, asegurando que “apenas” conocía a Hutchinson y que había oído “cosas muy negativas de ella”. Esta semana, por primera vez en meses, un sondeo de intención de voto de cara a las presidenciales de 2024 mostraba que el gobernador de Florida, Ron de Santis, y no Trump, sería el candidato favorito entre los republicanos. Según la encuesta de la Universidad de New Hampshire, De Santis lideraría el conteo con un 39% del apoyo, frente al 37% de Trump.

Aún no está claro si el Departamento de Justicia tomará cartas en el asunto tras conocerse estos nuevos detalles, pero en cuanto al precio político, la realidad es que las audiencias parecen estar pasando factura política de un Trump que podría ver desvanecerse su deseo de volver a la Casa Blanca.