Reino Unido
El antisemitismo se interpone en el camino laborista a Downing Street
Starmer suspende a dos candidatos por difundir teorías de la conspiración contra Israel a raíz del 7 de octubre
Por mucha ventaja que muestren los sondeos, la victoria electoral nunca está garantizada hasta que se demuestra en las urnas. La política es caprichosa y tiende a hacer giros inesperados. Todas las encuestas pronostican que el líder de la oposición, Keir Starmer, se convertirá en el próximo inquilino de Downing Street en las elecciones generales previstas para otoño, poniendo así fin a la era conservadora tras más de trece años en el poder. Sin embargo, la guerra de Gaza está creando graves problemas para el laborista, que camina por la cuerda floja en busca de un equilibrio que se antoja casi imposible.
Su petición inicial reclamando una “pausa humanitaria” en lugar de un “alto el fuego” tras el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre y la posterior respuesta israelí, causó grandes críticas entre la población británica musulmana, un sector clave de su electorado, y una rebelión entre sus propias filas con casi una docena de dimisiones.
De ahí que haya cambiado ahora su discurso y recalque que el conflicto “debe terminar ya”. El miércoles, la Cámara de los Comunes debe votar la moción presentada por los escoceses del SNP que respalda un alto el fuego inmediato y todos los ojos están puestos en Starmer. La cuestión, delicada ya de por sí, es realmente compleja para la formación laborista que, una vez más, está envuelta en una polémica por acusaciones antisemitas.
Se pensaba que era un problema ya enterrado tras los controvertidos años de mandato de Jeremy Corbyn, quien en su día llegó a referirse a Hamas como “amigo”. Cuando Starmer asumió las riendas en 2020, recalcó que iniciaba una nueva era muy alejada de su predecesor, cuyo giro a la extrema izquierda llevó al partido en 2019 a cosechar los peores resultados desde 1935. Es más, Starmer llegó a suspender de la formación a Corbyn después de que la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos publicara un esperado informe donde revela que el Partido Laborista había sido responsable de actos ilegales de acoso y discriminación contra judíos y que ha habido “fallos graves” en los intentos de abordar el antisemitismo.
Sin embargo, las próximas elecciones parciales para el 29 de febrero en la circunscripción de Rochdale -convocadas tras el fallecimiento por cáncer del diputado laborista Tony Lloyd- han vuelto a resucitar el fantasma. Se suponía que el partido iba a retener el escaño sin problemas. Pero Starmer ha suspendido a su candidato, Azhar Ali, tras revelarse unas declaraciones realizadas tras el ataque de Hamás donde recalcaba que el gobierno de Benjamín Netanyahu había decidido bajar la guardia a pesar de que fue avisado de la inminente ofensiva. “Eliminaron deliberadamente las medidas de seguridad. Permitieron que se produjera la masacre porque les dio luz verde para hacer lo que les diera la puta gana [whatever they bloody want, en la declaración original]”, aseguró ante un grupo de simpatizantes laboristas.
En un principio, la dirección del partido zanjó el asunto con las disculpas presentadas por el candidato. Pero apenas 42 horas después, Ali era suspendido al abrirse una investigación. No obstante, según la normativa electoral, el plazo para retirar candidatos se había agotado, por lo que, se da ahora el extraño escenario de que Ali seguirá presentándose como la opción laborista, a pesar de no contar con el respaldo de su propio partido.
Por otra parte, también se ha suspendido un segundo candidato a las elecciones generales, Graham Jones, al revelarse que participó en el mismo acto electoral que Ali y se refirió al “jodido Israel” (fucking Israel) asegurando que “había que encerrar a todos” los ciudadanos británicos judíos que deciden alistarse en el ejército israelí para combatir a Hamás. La polémica no sólo pone en duda si Starmer ha logrado realmente cambiar al partido, sino que recalca una vez más los bandazos que marcan sus últimas decisiones.
La persona que más beneficio puede sacar ahora de la situación de cara a los comicios parciales del 29 de febrero es el controvertido George Galloway, un antiguo diputado laborista que representa un populismo de extrema izquierda. La nueva formación que ha creado, Partido Laborista y Respeto, defiende “los logros de la URSS, China, Cuba, y no menos importante la deuda que la humanidad tiene con la Unión Soviética y el Ejército Rojo en su guerra de liberación contra el fascismo alemán”. Su discurso propalestino y antiélites cosecha apoyo en un distrito que se siente abandonado por Westminster y en su día respaldó el Brexit.
Sólo el 3% del electorado cree que Starmer ha abordado con éxito el antisemitismo dentro del Partido Laborista, según la última encuesta de YouGov. Los laboristas ganaron el pasado viernes otras dos elecciones parciales. Con todo, pese a que el laborismo saca 20 puntos de ventaja ante las generales previstas para otoño, las calificaciones personales del propio Starmer siguen siendo pobres: el 46% considera que lo está haciendo mal frente al 34% que lo apoya.
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