Buenos Aires

Argentina, un país sin tampones

Las trabas a la importación del Gobierno de Kirchner provocan la escasez de este producto de higiene femenina y hacen inevitables las comparaciones con Venezuela

Una mujer compra tampones en un supermercado de Buenos Aires
Una mujer compra tampones en un supermercado de Buenos Aireslarazon

Las trabas a la importación del Gobierno de Kirchner provocan la escasez de este producto de higiene femenina y hacen inevitables las comparaciones con Venezuela

Un día Argentina se quedó sin tampones. Aunque la frase pueda resultar curiosa, la escasez de productos básicos pone de manifiesto un problema de fondo en la economía kirchnerista. Es sólo la punta del iceberg de un sistema burócrata, corrupto y proteccionista que hace agua. Las comparaciones con Venezuela son inevitables. Concretamente hace un mes que las argentinas deambulan desesperadas en busca de este artículo de higiene. En un contexto de trabas a las importaciones que ha provocado un aluvión de quejas entre los empresarios y ha derivado en la escasez de productos a veces básicos, como ha ocurrido con neumáticos, electrónica e incluso medicamentos, el Gobierno insiste en atribuir el problema a fallos logísticos. En Argentina no hay grandes fábricas de tampones, por lo que la mayoría se importan de Brasil. Las trabas a las importaciones, más los numerosos controles aduaneros y papeleos, dificultan enormemente la entrada de productos extranjeros. El problema es que frecuentemente la producción nacional es cara y de mala calidad.

Mientras, los padres también tienen dificultades para encontrar pañales. No son los pañales comunes, que se consiguen sin problemas, sino los «pañales para agua», una especie de traje de baño para los bebés con materiales especiales resistentes al agua. Según el Ministerio de Economía, las compañías que proveen este producto importado no calcularon correctamente los plazos para la gestión de los documentos necesarios para los trámites de importación. Desde las empresas, sin embargo, aseguran que el Banco Central no liberó las divisas necesarias para realizar las transacciones. Algo usual en países como Venezuela, donde por ejemplo, varias compañías han dejado de volar ante la deuda que el Gobierno bolivariano ha contraído con ellos en dólares.

«En una economía abierta, el Gobierno no necesita preocuparse por las divisas requeridas para la importación. El importador obtiene las divisas en el mercado, comprándolas en casas de cambio o en el sistema bancario al tipo de cambio oficial, que en general es uno solo. Si después de traer el producto a Argentina no logra que los consumidores lo demanden, habrá perdido las divisas invertidas en este proceso», aclara el economista Adrián Ravier.

Algunas explicaciones oficialistas resultan de lo más inverosímiles. Como cuando el secretario de Comercio, Augusto Costa, denunciaba una conspiración contra el tampón «inducida por una operación mediática». Según él, la finalidad era crear psicosis entre las mujeres argentinas. Por Radio Del Plata contaba cómo se informó sobre el tema: «Te vas a reír, pero recién hablando con una colaboradora de acá de la Secretaría de Comercio, me dice que a principio de diciembre se compró tres cajas de 800 tampones. Y así salieron muchas mujeres». Rápidamente, varias periodistas salieron a aclararle que no existen cajas de semejante tamaño y que con ese número de tampones podrían abastecerse años. El caso es más llamativo, si cabe, en un país presidido por una mujer y con un Congreso compuesto en un 40% por mujeres. El economista Miguel Braun, asesor del alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, intervino directamente en la polémica. «Si el ministro de Economía fuera una mujer, no faltarían tampones. Si supiera economía, tampoco», dijo.

En el caso del tampón, el tiempo en que ha permanecido ausente en las farmacias ha generado situaciones bizarras como, por ejemplo, el surgimiento de una venta del ilegal «tampón blue». El nombre proviene del denominado «dólar blue», la divisa que se compra en un mercado paralelo a precios superiores ante las restricciones del Gobierno. Además, varias webs han puesto a la venta tampones a precios desorbitados.

Copa menstrual como alternativa al támpax

No falta quien aporta soluciones imaginativas, como una empresa argentina que ha llegado a ofrecer una «copa menstrual» en sustitución de los tampones.

La «copa», un invento de 1937, ha evolucionado y ahora se fabrica en silicona, puede utilizarse durante doce horas y tiene hasta cinco años de vida útil. Todavía queda mucho para que Argentina alcance los niveles venezolanos de desabastecimiento, aunque la alta inflación y la falta de divisas son indicadores que marcan el mismo camino.