Estrecho de Gibraltar
Aumenta la tensión en las aguas del estrecho de Gibraltar y el islote de Perejil por las medidas de presión de Marruecos y el refuerzo naval español
Una serie de gestos diplomáticos, decisiones políticas y movimientos estratégicos por parte de ambos gobiernos está deteriorando aún más una relación históricamente frágil
Las tensiones entre Marruecos y España vuelven a intensificarse, y esta vez van mucho más allá de las manifestaciones en Torre Pacheco. Una serie de gestos diplomáticos, decisiones políticas y movimientos estratégicos por parte de ambos gobiernos está deteriorando aún más una relación históricamente frágil. En el centro del conflicto reaparecen territorios clave como Ceuta, Melilla y el islote de Perejil, cuya estabilidad diplomática comienza a tambalearse. El clima actual recuerda al episodio vivido en 2002 y deja entrever la posibilidad de un nuevo conflicto de mayor escala.
El cierre de Ceuta y Melilla
A comienzos de julio se celebró el Congreso Nacional del Partido Popular, al que asistió como invitado el delegado del Frente Polisario en España. El Frente Polisario es un movimiento de liberación nacional que lucha por la independencia del Sáhara Occidental, territorio que Marruecos considera parte de su soberanía. Por ello, cualquier gesto de apoyo hacia esta organización es percibido por Rabat como una amenaza directa a su integridad territorial.
Como respuesta a este gesto del PP, Marruecos reaccionó de diversas maneras. La primera fue el cierre de las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla (ciudades gobernadas por el PP), argumentando que la medida buscaba evitar interferencias con la Operación Paso del Estrecho (OPE). Sin embargo, esta justificación ha sido cuestionada, ya que sería perfectamente viable habilitar carriles diferenciados para el tránsito de mercancías y de viajeros, permitiendo que ambos flujos coexistan sin problemas.
Una carta para Feijóo
Además del cierre fronterizo, el ministro y dirigente del partido marroquí Istiqlal, Nizar Baraka, envió una carta a Alberto Núñez Feijóo. En ella, según reveló El Confidencial, le exigía al presidente del PP que se alineara con la postura de Marruecos, que propone una autonomía limitada para el Sáhara Occidental bajo soberanía marroquí. También solicitaba el reconocimiento del Comité para la Defensa de las Causas del Reino, una organización de carácter nacionalista creada para promover la reclamación de Ceuta y Melilla como territorios marroquíes.
Este comité, anteriormente conocido como Comité para la Liberación de Ceuta y Melilla, ha ampliado su propósito bajo el nuevo nombre, incluyendo lo que denomina “cuestiones estratégicas de soberanía del Reino”.
El islote de Perejil
La reaparición del comité ha impulsado a sus miembros a hacerse notar públicamente. Su líder, Yahya Yahya, anunció el pasado 12 de julio la intención de celebrar su primera reunión en el islote de Perejil, epicentro de uno de los mayores conflictos entre España y Marruecos en las últimas décadas.
El islote de Perejil es una pequeña isla deshabitada, ubicada entre ambos países pero más próxima a la costa marroquí. Aunque ninguno de los dos ejerce soberanía formal sobre el islote, tanto España como Marruecos lo consideran propio. En julio de 2002, un grupo de militares marroquíes ocupó la isla y plantó su bandera, lo que provocó una respuesta inmediata por parte de España, que desplegó tropas para desalojarlos. El conflicto se resolvió con una vuelta al statu quo, sin que se definiera claramente la titularidad del territorio.
Ahora, Perejil vuelve a estar en el foco tras el anuncio del comité. Aunque la reunión finalmente no se celebró por malas condiciones marítimas, el mensaje fue claro: reivindicar públicamente las causas nacionales. Dentro del grupo hay incluso miembros del estamento militar marroquí.
Como respuesta a estas acciones simbólicas y comunicados del comité, el Estado Mayor de la Defensa español ha actuado con discreción, pero de manera firme. La Armada desplegó el buque Furor cerca del Peñón de Vélez de la Gomera, otro enclave español en la costa africana, como parte de sus operaciones habituales de vigilancia. También se reforzó la presencia militar en la isla de Alborán. Estas medidas buscan frenar el tráfico ilegal y proteger la soberanía española en una zona altamente sensible, marcada por décadas de tensiones con Marruecos.
Conflictos internos
Estas tensiones internacionales se ven acompañadas por conflictos internos. La semana pasada, en Torre Pacheco, un hombre de 68 años fue agredido y declaró que sus atacantes eran de origen marroquí. Este hecho provocó manifestaciones contra los inmigrantes, en especial aquellos de origen africano.
Sorprendentemente, no es la primera vez que coinciden tensiones diplomáticas y disturbios internos. En julio de 2002, mientras se desarrollaba la crisis del islote de Perejil, se produjeron disturbios en El Ejido, donde la violencia relacionada con inmigrantes marroquíes derivó en manifestaciones xenófobas.
¿Qué puede pasar ahora?
Ante este clima de creciente tensión, el futuro entre España y Marruecos es incierto. La reactivación del Comité para la Defensa de las Causas del Reino, el cierre unilateral de las aduanas y las exigencias directas a líderes españoles evidencian una estrategia más firme y confrontativa por parte de Marruecos para reafirmar sus reclamaciones territoriales. Aunque la reunión simbólica en Perejil no llegó a realizarse, las intenciones del comité son claras y podrían concretarse en nuevas acciones.
España, por su parte, ha optado por una respuesta militar discreta pero sólida, lo que indica que se están tomando precauciones ante una posible escalada. Si persisten los gestos unilaterales, la presión diplomática y las provocaciones simbólicas, no se puede descartar un deterioro mayor de las relaciones bilaterales, incluso con riesgo de que se repita un episodio similar al de 2002.
A esto se suman los conflictos sociales internos en España, que podrían ser instrumentalizados por sectores extremistas para avivar el discurso antimarroquí, empeorando aún más la situación tanto en el plano diplomático como en el social.