Sucesos

"Casa de los horrores": Liberan a 14 hermanos maltratados, torturados y alimentados con carne para mascotas

Una denuncia de las dos hermanas mayores permitió la intervención de dos agentes, que se encontraron a los niños en condiciones infrahumanas, mal alimentados y temerosos de sus padres

Una mujer camina junto a la Ópera de Sidney durante el amanecer. Unos 300 soldados australianos se unirán, a partir del lunes, a las tareas de vigilancia de la Policía para garantizar el cumplimiento de las restricciones impuestas por un brote con la variante delta de la covid-19
Los hechos se produjeron en uno de los suburbios de SidneyMICK TSIKASAgencia EFE

La policía australiana ha liberado a 14 niños de una "casa de los horrores" en Sidney, en la que sufrían todo tipo de torturas y agresiones y donde se les alimentaba con comida para mascotas. Cuando los agentes irrumpieron en la casa, los niños, incluido un bebé, estaban en condiciones "atroces".

Las dos hermanas mayores, de 18 y 19 años, hartas de las aberraciones a las que estaba sometidas, decidieron grabar los abusos y denunciarlo a la policía. Eran las únicas que tenían autorización salir de casa, siempre y cuando lo hicieran para ir a rezar. El resto, no podía llegar ni al final de la calle.

Cuando los agentes llegaron a la vivienda, se encontraron con una escena que nunca podrán olvidar. Los hermanos, de edades comprendidas entre los siete meses y los 19 años, estaban en condiciones infrahumanas, rodeados de suciedad, con ropa vieja, que no era de su talla y que escondía la extrema delgadez de todos.

Los niños vivían encerrados en su casa, no se les permitía ir al colegio. Tampoco les proporcionaban una alimentación adecuada. En la mayoría de las ocasiones les daban alimentos para mascotas. Si no hacían sus tareas o hablaban sin permiso, les azotaban. Vivían totalmente aterrorizados.

Según explicó la hija de 18 años dijo al "Daily Telegraph" Australiano: "No podíamos hablar sin permiso. No tenemos amigos, ni internet ni ropa. No tenemos trabajo, ni estudios, ni vida".

La relación de la madre con los hijos no era buena. Pasaba todo el día con ellos mientras el padre iba a trabajar. Cuando llegaba a casa, la mujer le decía que el comportamiento de los niños no había sido bueno y el hombre les sometía a todo tipo de castigos: físicos y psicológicos. Los que tenían mala actitud recibían una paliza. En otras ocasiones, ejercía la tortura psicológica.

Según confesó una de las niñas, una de las formas más crueles de torturarla fue con una mascota. La niña deseaba tener un gato a toda costa y su padre compró uno y lo llevó a casa para torturarlo delante de la pequeña."Fue algo que realmente me afectó. Amaba a los gatos, así que él los golpeaba y luego me hacía hacer desfilar a los gatos muertos", dijo.

Otra de las hermanas confesó otra de las formas en las que la torturaron psicológicamente. La obligaron a cocinar durante todo el día para 10 hombres que estuvieron en la casa. Ella accedía porque quería agradar a su progenitor para "detener las cosas malas" que les hacía.

Los agentes que acudieron a la casa estuvieron vigilando hasta que ninguno de los progenitores estuviera con ellos para poder tener una conversación a solas: "Estábamos preocupados porque existía la posibilidad de que fuéramos y no dijeran nada. Si hubiera pasado esto, no habríamos sabido que hacer cuando llegó el padre", dijo el oficial.

Por suerte, lograron la confesión de los niños y procedieron a detener a sus padres. En la casa no había ninguna posesión de los niños que mereciera la pena salvar. no tenían ropa, sábanas, ni almohadas ni mantas. A pesar de las dificultades los servicios sociales mantienen juntos a los hermanos a falta de que las autoridades tomen una decisión respecto a su futuro.

Debido a su aislamiento, tuvieron que ser adiestrados para realizar las tareas básicas de la casa o gestiones tan cotidianas como realizar recados o ir al supermercado. Las niñas mayores fueron las que dieron un paso al frente y sabedoras de que tienen una gran responsabilidad, aceptaron el reto de cuidar de sus hermanos para poder mantener a la familia unida. "Se han convertido en padres con 18 y 19 años, cuando deberían vivir su propia vida. La situación es muy difícil para ellas, pero han asumido el reto", afirmó el agente.

La responsable de la policía de Nueva Gales del Sur, Karen Webb, se mostró orgullosa de los dos primeros agentes que atendieron a los niños, cuya dedicación en el cuidado y vigilancia de los niños ha sido fundamental para mantenerles juntos.