Política

Terremoto en Nepal

Casavilca, cooperante: «Los hospitales están desbordados, hay camas por las calles»

Silvana Casavilca /Cooperante de Plan Nepal

La Razón
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Los sistemas de comunicaciones apenas funcionan. Conseguir que alguien responda al otro lado del teléfono en el epicentro del terremoto nepalí resulta una misión prácticamente imposible. Sin embargo, los cooperantes que desde el primer día se encuentran en el lugar de la tragedia no cejan en su empeño por relatar la triste realidad que ahora viven los habitantes de Nepal. «La situación es crítica. Hay miles de personas que han perdido todo y que vagan por la calle; los campamentos rudimentarios que se han montado en las calles sirven para refugiarlos de las bajas temperaturas nocturnas», explica a LA RAZÓN Silva Casavilca desde Katmandú. De repente, la conversación se interrumpe y el silencio indica que algo ocurre. «Acaba de volver a temblar todo, ha sido muy fuerte», afirma Casalvica una vez que retoma la conversación. «Durante todo el día habíamos estado en calma, pero ahora... me temo que volverá a ser una noche complicada», lamenta. Lo que más preocupa ahora es lo que se encontrarán los equipos de rescate cuando accedan a los poblados a los que todavía no se ha conseguido llegar. «En condiciones normales, alcanzar algunas de las aldeas, desde la capital, lleva días, así que imagínese ahora. Durante el día, como no se habían producido temblores se había podido limpiar algunas carreteras, pero ahora... No sé lo que nos podremos encontrar allí». A Silvana también le preocupa la situación de salubridad y violencia que puede golpear al país si no se recuperan pronto. «Los niños y las mujeres pueden sufrir episodios de violencia en los campamentos, es algo que debemos evitar. Además, si los alimentos faltan no tardarán en llegar los enfrentamientos», asegura. El agua potable empieza a ser un bien escaso y esto puede provocar que un simple brote de diarrea o cólera derive en una epidemia. «La ayuda exterior llega a cuentagotas, pero el aeropuerto está colapsado y hay una serie de trámites que ralentizan el proceso. Mientras, los supervivientes se agolpan a las afueras de los hospitales. «Están desbordados, hay camas en las calles, pues los médicos temen que los edificios se derrumben y causen más muertes», afirma.